Numerosos fieles y peregrinos se dirigieron a Castelgandolfo a pesar de lluvias para rezar el Regina Caeli con el Papa Benedicto XVI en el día en que se conmemora la Divina Misericordia y este año coincide con el cuarto aniversario de su Pontificado.
Al introducir la oración mariana recordó que la unidad de los católicos tiene su fundamento en la misericordia divina, que hace de la humanidad una sola familia, y no en los solos recursos humanos.
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El Santo Padre agradeció a cuantos oraron por él en su cumpleaños, celebrado el 16 de abril último, y afirmó una vez más la conciencia que tiene de no estar solo. “Nunca me siento solo. Más aún en esta singular semana que para la liturgia constituye un solo día, he experimentado la comunión que me rodea y que me sostiene: una solidaridad espiritual, nutrida esencialmente por la oración, que se manifiesta en mil modos", afirmó.
"Desde mis colaboradores de la Curia Romana hasta las parroquias geográficamente más lejanas, nosotros católicos formamos y debemos sentirnos una sola familia, animada por los mismos sentimientos de la primera comunidad cristiana”, indicó.
“La comunión de los primeros cristianos tenía como centro y fundamento a Cristo resucitado. Resucitado, Jesús donó a los suyos una nueva unidad, más fuerte que antes, invencible, porque no estaba fundada en recursos humanos, sino en la divina misericordia que los hizo sentirse amados y perdonados por Él”, agregó reflexionando sobre la unidad de la comunidad primitiva.
“Es el amor misericordioso de Dios –continuó- el que une firmemente, hoy como ayer, a la Iglesia, y hace de la humanidad una sola familia; el amor divino, que mediante Jesús crucificado y resucitado nos perdona los pecados y renueva interiormente”.
Más adelante recordó al querido Papa y Siervo de Dios Juan Pablo II, quien “quiso dedicar este domingo, el segundo domingo de Pascua, a la Divina Misericordia, y exhortó a todos a ver a Cristo resucitado cual fuente de confianza y de esperanza, acogiendo el mensaje espiritual transmitido por el Señor a santa Faustina Kowalska”.
“Como para la primera comunidad, es María quien nos acompaña en la vida de cada día. La invocamos ‘Reina del Cielo¡, sabiendo que su realeza es como la de su Hijo: toda amor, y amor misericordioso. Os pido confiar a Ella mi servicio a la Iglesia, mientras con confianza le decimos: Mater misericordiae, ora pro nobis”.
Seguidamente el Papa rezó el Regina Caeli con los presentes, saludó en diversos idiomas a los presentes e impartió su Bendición Apostólica.