Barbara Frale, una experta italiana estudiosa de la desaparecida Orden los Templarios, precisó en un reciente artículo que estos caballeros medievales custodiaron durante un siglo la Sábana Santa, para que ésta no cayera en manos de los herejes del medioevo como los cátaros.
En su nuevo libro que será publicado dentro de poco, titulado "Los templarios y la Síndone de Cristo", Frale da a conocer los detalles que sustentan esta afirmación a partir de sus estudios en el Archivo Secreto Vaticano que hace poco dio a conocer el "Proceso contra los templarios".
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En este proceso, explica la experta italiana, aparece una historia en la que se relata que en el año 1287 un joven de buena familia llamado Arnaut Sabbatier ingresó a la orden y tras su admisión fue llevado a un lugar privado del templo para que venerase la Sábana Santa besándole tres veces los pies. Según Frale, este desconocido episodio para los historiadores aporta más detalles a su investigación.
En 1978, prosigue Frale "un historiador de Oxford, Ian Wilson, reconstruyó las peripecias históricas de la Síndone, precisando que ésta fue robada de la capilla de los emperadores bizantinos durante el tremendo saqueo consumado durante la cuarta cruzada en 1204" y comparaba este dato con el hecho que los templarios "adoraban secretamente un misterioso 'ídolo' en el que se apreciaba a un hombre barbado".
Barbara Frale precisa después que "gracias a una serie de indicios, el autor (Wilson) sugería que el misterioso 'ídolo' venerado por los templarios no era otro que la Síndone de Turín, colocada en una urna especial que estaba hecha de modo que solo se pudiera ver el rostro, venerada en absoluto secreto en cuanto su misma existencia al interior de la orden era un hecho muy comprometedor: el objeto había sido robado durante un horrible saqueo, sobre cuyos autores el Papa Inocencio III había declarado la excomunión, así como para el tráfico de reliquias el Concilio Lateranense ya había sancionado la misma pena en 1215".
Para Wilson, precisa Frale, los "años oscuros" de los que no se sabe nada de la Sábana Santa, corresponden a aquellos en los que fue "custodiada en absoluto secreto por los templarios".
En resumen, dice luego la experta italiana, "los templarios se procuraron la Síndone para conjurar el riesgo de que su propia orden sufriera la misma contaminación herética que estaba afligiendo a gran parte de la sociedad cristiana de su tiempo: era el mejor antídoto contra todas las herejías", como la de los cátaros que afirmaban que Cristo no tenía un cuerpo humano ni sangre, no había sufrido la Pasión, no había muerto ni resucitado.
Por ello, tener una reliquia con huellas de sangre, que se podía "ver, tocar y besar", continúa Frale en un artículo de L'Osservatore Romano, era algo que "para el hombre del medioevo no tenía precio, algo mucho más poderoso que un buen sermón", algo que los Papas entendieron bien, "por lo que se comprende iniciativas como la de Inocencio III que promovió el culto a la Verónica o la de Urbano IV que solemnizó el milagro (eucarístico) de Bolsena instituyendo la fiesta del Corpus Domini".
"Este libro –una reconstrucción de corte histórico-arqueológico que no entra en cuestiones teológicas– representa la primera parte de un estudio dedicado a la Síndone que se complementará con un segundo volumen en preparación de imprenta: La Síndone de Jesús Nazareno", concluye.
Otros libros de Barbara Frale son "La última batalla de los templarios. Del código de obediencia militar a la construcción del proceso por herejía" (2001), "El Papado y el proceso a los templarios. La inédita absolución de Chinon a la luz de la diplomacia pontificia" (2003), "Los Templarios" (2007); y "Noticias históricas sobre el proceso a los templarios" (2007).