Pocas horas después que el Consejo Permanente del Episcopado Argentino diera a conocer un documento llamando a la paz social en el país, el Ministro de Justicia y Seguridad, Aníbal Fernández, rompió el camino del diálogo señalando que el gobierno no necesita ni desea la ayuda de la Iglesia.
En el documento, los obispos argentinos, presididos por el Cardenal Jorge Bergoglio, habían señalado que "hay que evitar las actitudes que nos enfrenten y dividan, y que como tales generan un clima de confrontación propicio a la violencia. El momento actual reclama diálogos sinceros y transparentes, reconciliación de los argentinos y búsqueda de consensos que fortalezcan la paz social".
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Pero el Ministro pidió irónicamente a los obispos "no ayuden más" al gobierno.
Las autoridades políticas asumieron como una "crítica negativa" la mención de los obispos a la situación de inseguridad y el conflicto con el campo, y Fernández reclamó que las expresiones de la Iglesia "sean más alentadoras".
"Reconstruimos un país que venía prendido fuego", dijo el funcionario al responder a los cuestionamientos de la Iglesia. Paradójicamente, Fernández ocupó un papel relevante en el gobierno anterior, que ve en el actual una política de continuidad.