Los esfuerzos de la comunidad internacional para combatir el fenómeno de las drogas deben pasar por el centro del problema: responder a la cuestión del sentido de la vida. Ésta es la propuesta que la Santa Sede manifestó a la Comisión de la ONU que revisa el tema en Viena.
Al intervenir en la 52º Sesión de la Comisión sobre Estupefacientes, Mons. José Luis Redrado Marchite, Secretario del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, explicó que "la actividad capilar de las organizaciones y de las instituciones de la Iglesia católica que trabajan en el sector, nos dice que el haber sustituido la droga con la droga ha agravado aún más la situación en el curso de los años, volviendo crónica la dependencia, y sin responder a la cuestión del sentido de la vida que según nuestro parecer constituye el centro del problema".
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Asimismo, manifestó el deseo del Vaticano de que "se reafirme una política y una estrategia de acción que pongan en el centro de nuestros respectivos programas la salud, la dignidad y la vida del drogodependiente y que empleen todos los medios y los recursos disponibles para contrarrestar con fuerza este grave fenómeno".
Según Mons. Redrado, lamentablemente se habla cada vez menos del problema "pero que sigue provocando devastaciones, desastres y víctimas, especialmente entre los jóvenes, en proporciones espantosas e inaceptables".
"Pensar vivir en una sociedad libre de la droga exige de los Estados la fuerte voluntad política de extirpar definitivamente este fenómeno que algunos consideran una realidad que ya forma parte de nuestro vivir cotidiano y para la que simplemente se podrían limitar los daños", indicó.
El experto señaló que "la Iglesia no deja de brindar su aporte ya sea en el ámbito de la prevención, en particular a través de la acción incisiva de su pastoral sanitaria, educativa, social y familiar, así como en aquel de la recuperación y de la rehabilitación de los drogodependientes".
"La Iglesia estimula y sostiene todos los esfuerzos de la Comunidad internacional y de los hombres de buena voluntad en la lucha contra el fenómeno de la droga en los ámbitos de la represión y del crimen, de la cooperación internacional y de una política que ponga en el centro de su estrategia de recuperación el respeto de la vida y de la dignidad de la persona del drogodependiente, la implicación de la familia como célula educativa primaria y el aporte positivo y multiforme de las fuerzas, instituciones y asociaciones comprometidas en la sociedad para acompañar a los drogodependientes y que se inspiran en los nobles principios y valores del amor y de la solidaridad", señaló.