La asociación de ayuda internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada explicó que la Iglesia Católica en África, con su creciente feligresía y el aumento de vocaciones sacerdotales, constituye la mejor esperanza para un continente golpeado por la miseria y la injusticia.
A propósito del viaje del Papa Benedicto XVI a Camerún y Angola, AIN informó que su apoyo a proyectos ha crecido más en África que en el resto del mundo debido, entre otras cosas, al crítico papel de la Iglesia en la desesperada búsqueda de la paz de este continente.
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Esto "responde a un boom de vocaciones y el creciente número de católicos", indicó AIN. La directora de proyectos, Regina Lynch, insistió en que "la Iglesia en África - con un número creciente de sacerdotes y laicos comprometidos - es sin duda la mejor esperanza para un continente que para algunos solo representa injusticia, derramamiento de sangre y desesperación".
Según Lynch, en África es crucial el "apoyo a las vocaciones -especialmente en este momento de crecimiento numérico-, pero para AIN no es sólo una cuestión de cantidad sino de calidad y estamos trabajando con los superiores religiosos en el discernimiento de las vocaciones y la formación".
Asimismo, destacó la labor de AIN con los laicos en la promoción de la familia, la prevención del SIDA y otras iniciativas pro-vida.
"La creciente labor de AIN en África es una respuesta a la cantidad de vida y energía de la Iglesia - su lucha por reconstruir el respeto de la dignidad humana, desarrollar caminos hacia la reconciliación y dar a los jóvenes la oportunidad de una vida mejor".
Uno de los medios es inculcar valores cristianos como el amor y el perdón desde la infancia y por eso la Biblia del Niño se ha distribuido en 46 países africanos con 64 idiomas diferentes.
En este contexto, advirtió que "por desgracia, el fundamentalismo está calando profundamente en el continente y en algunos países el futuro del cristianismo está al filo de la navaja".
"La violencia, la pobreza y el extremismo en República Democrática del Congo, Zimbabwe y Sudán han asaltado fundamentalmente la dignidad de la persona humana - sus valores, su sentido del bien y del mal, su sentido de comunidad y su confianza en Dios. La Iglesia necesita nuestro apoyo para curar estas cicatrices", agregó.