El Papa Benedicto XVI alentó a los sacerdotes a ser dignos ministros de la penitencia y rectos formadores de las conciencias de los fieles, a través de la catequesis, la predicación, la homilía, la dirección espiritual, y los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía.
En el mensaje leído recientemente por el Cardenal James Francis Stafford, Penitenciario Mayor del Tribunal de la Penitenciaría Apostólica, dirigido a los participantes en el Curso para el fuero interno, que tuvo lugar esta semana en Roma, el Papa Benedicto precisa que "formar rectamente la conciencia de los creyentes es una de las prioridades pastorales, porque si se pierde el sentido del pecado, desgraciadamente aumenta el sentido de culpa, que se desearía eliminar con remedios paliativos insuficientes".
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"Una adecuada catequesis estimula las conciencias a percibir siempre mejor el sentido del pecado, hoy en parte apagado o peor, obnubilado por un modo de pensar y de vivir" que "denota un relativismo cerrado al verdadero sentido de la vida", escribe el Santo Padre.
"A la catequesis va unida a un uso sapiente de la predicación", precisa. En este sentido subraya que la homilía "es sin duda la forma de predicación más difundida, con la que cada domingo se educa la conciencia de millones de fieles. En el reciente Sínodo de Obispos (octubre 2008), dedicado a la Palabra de Dios en la Iglesia, varios padres sinodales insistieron oportunamente sobre el valor y la importancia de la homilía, que hay que adaptar a la mentalidad contemporánea", prosigue.
"La dirección espiritual también contribuye a formar las conciencias. Hoy más que nunca son necesarios 'maestros de espíritu' sabios y santos: un importante servicio eclesial para el que es necesaria una vitalidad eclesial que hay que implorar como don del Espíritu Santo mediante una oración intensa y prolongada y una preparación específica que se debe adquirir con atención", añade.
"Cada sacerdote está llamado a administrar la misericordia divina en el sacramento de la Penitencia, mediante el cual perdona los pecados en nombre de Cristo y ayuda al penitente a recorrer el camino exigente de la santidad con una conciencia recta e informada. Para poder realizar este indispensable ministerio, cada presbítero debe alimentar la propia vida espiritual y cuidar una permanente actualización teológica y pastoral", continúa.
El Papa resalta que "la conciencia del creyente se afina cada vez más gracias a una participación devota y consciente en la Santa Misa, que es el sacrificio de Cristo para la remisión de los pecados".
Al final del mensaje, Benedicto XVI pide a los participantes que "mantengan siempre viva la conciencia de tener que ser dignos 'ministros' de la misericordia divina y responsables educadores de las conciencias. Que se inspiren en el ejemplo de los santos confesores y maestros de espíritu, entre los que me gusta recordar en particular al cura de Ars, San Juan María Vianney, del que este año se conmemora el 150 aniversario de su muerte".