El Administrador Apostólico de Córdoba y Arzobispo Coadjutor de Sevilla, Mons. Juan José Asenjo, ante "el drama del aborto", alentó hoy "a las instituciones, confesionales o no, a que promueven iniciativas a favor de la vida y que ayudan a las madres en circunstancias difíciles para que acojan generosamente el fruto de sus entrañas".
A través de una carta pastoral a la que ha accedido Europa Press, el Arzobispo argumentó que, a la "gravedad intrínseca" del aborto, "por ser la eliminación voluntaria y querida de un ser humano por decisión de sus padres, se une la tragedia de su aceptación acrítica por una parte de nuestros conciudadanos en nombre del progreso y de la libertad de la mujer", sin embargo, "en el último año, la sociedad española se ha sentido conmovida por las noticias de crueles prácticas abortivas y por la magnitud de las cifras, en torno a 110.000 abortos en el año 2007".
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Además, prosigue el Prelado en su carta, "en las últimas décadas ha crecido, gracias a Dios, la conciencia de la dignidad sagrada de la persona humana, pero de modo excesivamente parcial y selectivo", ya que todo el mundo rechaza "la tortura, la pena de muerte y la violencia doméstica" y, de igual forma, se deploran "las muertes en accidentes laborales y el hambre en el mundo".
Por eso, el Administrador Apostólico de la Diócesis cordobesa expresó su deseo de que "vaya creciendo también la conciencia de que la vida debe ser promovida, tutelada y defendida en todas sus fases".
En este sentido, Mons. Asenjo aludió a cómo "estadísticas fiables dicen que va extendiéndose la aceptación social de la eutanasia, al tiempo que se prepara su regulación legal, olvidando que la vida humana, desde su concepción hasta su ocaso natural, no es propiedad del hombre, sino don gratuito de Dios".
A todo ello se añaden "determinadas disposiciones legales, que no respetan la dignidad de la vida naciente, partiendo del falso principio de que todo lo que es científicamente factible es también éticamente lícito. En este caso no se tiene en cuenta que la técnica, cuando reduce el embrión humano a objeto de experimentación, acaba abandonando al débil al arbitrio del más fuerte".
Por todo ello, el Prelado pidió a los católicos a que se sensibilicen "ante este tema verdaderamente trascendental", para que, a su vez, traten de "sensibilizar" a sus conciudadanos y anuncien "a todos el Evangelio de la Vida, de modo que poco a poco se vaya afianzando en la sociedad la cultura de la vida, que debe proteger inexcusablemente a los más débiles e indefensos, la vida humana concebida y no nacida, y también la vida en su ocaso, la de los enfermos y ancianos".