Cuando la prensa europea se concentra en la discriminación de minorías como los homosexuales, los bisexuales o los musulmanes, rara vez menciona un grupo que se ha convertido a tal punto en el blanco de discriminación: los cristianos; que ha exigido el nombramiento de un funcionario para prevenirla en el seno de la Unión Europea: el italiano Mario Mauro.
En entrevista concedida a L'Osservatore Romano, Mauro, quien también es Vicepresidente del Parlamento Europeo, afirma, al asumir su cargo dentro de la OSCE (Organización para la seguridad y la cooperación en Europa), que "si bien ningún problema político se resuelve con las religiones, es también verdad que ningún problema político puede resolverse yendo contra las religiones".
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Seguidamente, Mario Mauro señala que los lugares en donde la situación es más complicada para los cristianos es en "el área caucásica y en los países del este". "Sin embargo, mientras en los países del ex bloque comunista el problema coincide por lo general con los tiempos y modos de restitución de bienes pertenecientes a las comunidades religiosas de estos países, en las naciones de la Unión Europea nos encontramos ante la discriminación, probablemente más sutil –pero con frecuencia más consistente– que tienen que ver con el derecho de considerar la expresión de fe como un factor de la vida pública, y no simplemente como un hecho privado".
Al hablar luego del secularismo y el relativismo imperante en Europa, Mauro indica que con frecuencia "nos hacen pensar que ambos sirven para combatir la intolerancia. Pero si se olvidan que el elemento religioso considera al hombre como factor potente de realización de la propia humanidad, corremos el riesgo nosotros mismos de caer en la intolerancia. Y este es un hecho de no poca monta, que condiciona la relación entre las religiones".
Luego de recordar que en muchas realidades de "Medio Oriente se identifica al Cristianismo con Occidente, cuando en realidad en esos países las comunidades cristianas tienen orígenes más antiguos que las actuales mayorías religiosas", Mauro explica que "en el contexto de los países que se adhieren a la OSCE, y en particular a los occidentales, las dificultades" nacen "de un prejuicio que va sedimentándose con los años, que tiene la bandera de laico, y que termina en vez de eso convirtiéndose en un aspecto del laicismo".