El Obispo de Palencia, Mons. Ignacio Munilla, rechazó la nueva forma como se presenta la cultura de muerte, que bajo las palabras "tolerancia y libertad", promueve la eutanasia y hace creer "a los débiles y desahuciados de nuestra sociedad" que están sobrando y deben "quitarse de en medio".
"¿Qué pensar de una cultura que reivindica la muerte –el suicidio asistido– como un derecho? ¿Y qué sociedad estamos construyendo, en la que se llega a considerar la vida como un ‘infierno’, y a la muerte como una ‘liberación’?", cuestionó el Prelado en una columna publicada en el diario El Norte de Castilla.
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Mons. Palencia recordó que a lo largo de la historia el cristianismo ha ido transformando la sociedad, erradicando "la cultura cruel e inmisericorde del Imperio Romano y del mundo bárbaro" y enseñando que la pobreza y la debilidad no son un signo de maldición, sino "un reto para nuestra generosidad".
"En el caso concreto de la atención a los enfermos, con la llegada del cristianismo comenzó la asistencia a los ‘incurables’, aquellos que hasta entonces, según la práctica habitual, eran abandonados, e incluso expulsados fuera de los muros de la ciudad", afirmó.
Sin embargo, indicó que la cultura de muerte también ha tenido representantes, como el filósofo Friedrich Nietzsche, quien despreciaba el cristianismo por difundir "los ideales de la compasión, la piedad, la humildad". Nietzsche, dijo el Obispo, impulsó un pensamiento que puso "las bases para el posterior surgimiento del nazismo, del comunismo y de otras visiones anticristianas de la existencia".
Tras la dramática experiencia vivida con estas corrientes, indicó, se pensó que Occidente volvería a "progresar en humanismo". Sin embargo, "nos encontramos con numerosos signos de alarma" de la cultura de la muerte.
El Prelado advirtió que "tal vez, la única característica novedosa de esta nueva reformulación del paganismo anticristiano en la que estamos inmersos, es que se nos presenta disfrazada de tolerancia y de libertad. Ya no se trataría de expulsar a los débiles y desahuciados de nuestra sociedad, sino de inculcar unos antivalores que les lleven a convencerse de que están sobrando, de forma que sean ellos mismos los que tomen la decisión de quitarse de en medio".
Sin embargo, afirmó, a pesar que pese a estos signos, "el mensaje de Cristo continúa abriéndose camino en nuestros días", como en el caso de la italiana Eluana Englaro –quien permanece aún conectada a una sonda que la alimenta e hidrata, como el caso de la estadounidense Terri Schlinder Schiavo–, y cuyo padre ha solicitado retirarle la hidratación, la alimentación y la respiración artificial.
"En ese momento trágico, las religiosas encargadas tantos años de su cuidado diario, manifestaron públicamente su ‘disponibilidad para servir hoy y siempre a Eluana’. ‘Nosotras la sentimos viva’. ‘No pedimos nada a cambio, sólo el silencio y la libertad de amar y darnos a los débiles, a los pequeños, a los pobres…’", relató el Obispo, quien destacó que la religiosa que dio estas declaraciones "se llama… ¡Misericordia!"
Mons. Munilla destacó el testimonio de las religiosas porque "después del ‘terremoto’" que causaron estas declaraciones, el "Ministerio de Sanidad envió una circular a todos los centros hospitalarios públicos y privados italianos, en la que se prohíbe retirar la alimentación a los pacientes en estado vegetativo", impidiendo ejecutar la sentencia que autorizaba a acabar con la vida de Eluana.
Mons. Munilla recordó que la humanidad ha progresado o retrocedido según se abre o se cierra al Evangelio. "Jesucristo no sólo ha cambiado la historia de Eluana o la de las religiosas que cuidan de ella, sino que ha transformado el decurso de la humanidad. ¿Qué sería de nosotros sin el Dulce Nombre de Jesús?", preguntó.