Esta mañana el Papa Benedicto XVI, con ocasión de la Fiesta del Bautismo del Señor, confirió el Sacramento del Bautismo a varios niños en la Capilla Sixtina, y en la homilía de la Santa Eucaristía recordó que los hijos no son propiedad de los padres, sino que la misión de los últimos es conducirlos por el camino del Plan divino.
Al inicio de su homilía el Pontífice hizo un recorrido de la obra de Dios desde la Encarnación de su Hijo, recordando que “el Creador ha asumido en Jesús las dimensiones de un niño, de un ser humano como nosotros, para poder hacerse ver y tocar".
"Con este hacerse pequeño también ha hecho resplandecer la luz de su grandeza. Justamente abajándose hasta la impotencia inerme del amor, Él demuestra lo que es la verdadera grandeza, aquello que significa ser Dios”, agregó.
El Papa continuó: “Si la Navidad y la Epifanía sirven sobre todo a hacernos capaces de ver, abrirnos los ojos y el corazón al misterio de un Dios que viene para estar con nosotros la fiesta del bautismo de Jesús nos introduce a la cotidianidad de una relación personal con Él".
"En efecto, mediante la inmersión en las aguas del Jordán, Jesús se ha unido a nosotros”, dijo luego.
Resaltando la importancia del bautismo de Cristo, Benedicto XVI afirmó seguidamente que se trata “del puente que Dios ha construido entre sí y nosotros, el camino por el que se hace accesible”.
Dirigiéndose a los padres de los niños y tras haberles manifestado su alegría por haber decido bautizar a sus hijos, el Pontífice recordó que “el niño no es propiedad de los padres, sino que es confiado por el Creador a su responsabilidad, libre y en modo siempre renovado, para que estos lo ayuden a ser un libre hijo de Dios".
"Solo si los padres maduran tal conciencia pueden encontrar el justo equilibrio entre el poder disponer de los propios hijos como si fueran una posesión privada plasmándolos en base a las propias ideas y deseos, y la actitud libertaria que se expresa en dejarlos crecer con total autonomía satisfaciendo cada uno de sus deseos y aspiraciones”.
“Cuando se bautiza a los niños introduciéndolos a la luz de Dios y de sus enseñanzas, no se les comete violencia, sino que se les dona la riqueza de la vida divina en la que se radica la verdadera libertad que es propia de los hijos de Dios, una libertad que tendrá que ser educada y formada con el madurar de los años para que sean capaces de opciones personales responsables”, agregó el Papa.
Finalmente el Papa elevó una oración para que “la Virgen María, Madre de Jesús, el Hijo amado de Dios, vele por los niños y sus familias, los acompañe siempre, para que puedan realizar el proyecto de salvación que con el Bautismo se realiza en sus vidas”.