En un reciente artículo publicado en L'Osservatore Romano, el experto neonatólogo, profesor de la Universidad de Siena y miembro de la Pontificia Academia para la Vida, Dr. Carlo Bellieni, señaló al alertar de los riesgos de la fecundación in vitro para los niños concebidos con este procedimiento, "que ninguna persona es un derecho para otra".
El Dr. Bellieni indicó que hasta hace poco la fecundación in vitro estaba "limitado a la licitud moral de la fecundación extracorporal y a la eliminación de embriones humanos supernumerarios o enfermos" pero eso iría cambiando con estudios como el de "Human Reproduction, de noviembre de 2008" que "da a conocer que los niños luego de la fecundación in vitro (FIV) tienen un mayor riesgo de tener ciertas malformaciones".
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Seguidamente precisa que este problema ya había sido alertado en 2003 por la garante para la infancia del parlamento francés, Claire Brisset, en "L'Express" del 16 de enero; y luego por Didier Sicard en la misma revista cuando señalaba que "hoy se sacraliza el deseo de los adultos. Ciertas técnicas de fecundación hacen correr riesgos a los niños que nacerán de ellas".
Seguidamente el Dr. Bellieni da a conocer que algunas investigaciones aparecidas en la revista "Lancet" mostraban que en los casos de FIV, "el mayor riesgo depende de los nacimientos múltiples. El riesgo de aborto es de 20 a 34 por ciento mayor que el de la población general. El riesgo de enfermedades por número alterado de cromosomas es mayor así como el riesgo de nacimientos prematuros y es el doble con respecto a la población normal; y aumenta el riesgo de crecimiento del feto". "El riesgo de malformaciones mayores es del 1, 3 veces que el de la población general" y existe "también un riesgo mayor de parálisis cerebral". También otras investigaciones muestran datos similares a "Lancet", como la de Nancy Green en "Pediatrics" de 2004 o la de Jane Halliday en "Best Practice and Research Clinical Obstetrics and Gynecology" de 2008.
"En realidad los porcentajes de niños con malformaciones en la población general (4 por ciento) o parálisis cerebral (2 por ciento) son relativamente bajos y el incremento de 1, 3 veces –como en el caso de las malformaciones– no es clamoroso", prosigue el experto italiano y precisa "pero no es por eso insignificante, como subrayan las revistas citadas, y por eso es necesario entrar en el debate del principio de precaución que reclama la necesidad de estudios prospectivos, la mejor de los procedimientos y el análisis atento del recorrido tomado, como por ejemplo sugieren Pavels y Knowels en la revista laica de bioética "Hasting Center Report" o el documento "Reproduction and Responsibility" del Comité de Bioética del Presidente estadounidense".
Para Bellieni esta situación introduce en la escena "del debate ético reproductivo a un personaje central que tal vez ha sido poco considerado hasta ahora: el hijo, así como los riesgos grandes o pequeños que él corre y que los padres aceptan por él".
"Esto abre la puerta a una serie de reflexiones sobre los derechos de este último y sobre la tutela que necesita respecto a las posibles dificultades consecuencia de la FIV, entre las que está la ausencia ex lege de un padre en caso de fecundación eteróloga, o la posibilidad de esterilidad heredada como consecuencia de la esterilidad de los padres, hasta incluso la opción de no concebirlo 'sano' sino con alguna anomalía que los padres suponen deseable (vea el caso de la madre sorda que quiso concebir a un hijo también sordo usando el semen de un donante sordo también, "Journal of Medical Ethics" octubre de 2002)".
Para el Dr. Bellieni, "se impone entonces una reflexión sobre la ética del aceptar los riesgos por cuenta del niño para cumplir el propio deseo humano. Es una reflexión ahora en desarrollo porque en el mundo crece un urgente pedido de profundización y prudencia al poner las manos en el corazón de la vida humana, como muestra un sondeo del ente inglés Human Fertilisation Embriology Authority que informó en noviembre de 2005 que mientras el 85 por ciento de las personas consideran que la FIV representa un importante avance científico, solo el 50 por ciento considera que sus ventajas compensan los riesgos".
"Esta reflexión coloca al hijo al centro de la discusión ética, ya no más como 'derecho' (ninguna persona es un derecho para otra) sino como un sujeto personal y necesitado de tutela desde el acto de su concepción. Y tal vez es propio de la profundización del interés del niño el punto desde el que se puede partir para el debate sereno de la ética de la fecundación humana", concluye.
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