El Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU en Ginebra, Mons. Silvano Tomasi, destacó que "cuando se genera una brecha entre lo que se reclama y lo que considera real a través de los llamados 'nuevos' derechos humanos, aparece el riesgo de reinterpretar el vocabulario aceptado de los derechos humamos para promover meros deseos y medidas que, al contrario, se convierten en una fuente de discriminación e injusticia y en fruto de ideologías que se sirven a sí mismas".
En su intervención del 12 de diciembre en Ginebra por el 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Arzobispo señaló que "al hablar del derecho a la vida, del respeto por la familia, del matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, de la libertad de religión y conciencia, de los límites de la autoridad de los estados ante los valores y derechos fundamentales, no se dice nada nuevo y ambos, la letra y el espíritu de la Declaración son defendidos, y la coherencia con la naturaleza de las cosas y el bien común es preservado".
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Seguidamente el Nuncio destacó que "este aniversario de la Declaración nos lleva también a reflexionar en su implementación. En un mundo con demasiadas personas hambrientas, con tantos conflictos, con tantas personas perseguidas por sus creencias, todavía queda un largo camino por recorrer y el deber de eliminar toda discriminación para que todas las personas puedan disfrutar de su inherente e igual dignidad".
Tras alentar a la ONU y a todos los estados a plasmar estos derechos en políticas y legislaciones a favor de todas las personas, Mons. Tomasi recordó que "todo ser humano tiene el derecho a un desarrollo integral y 'el sagrado derecho' a vivir en paz. Con tales premisas, los derechos humanos no son solo privilegios. Son la expresión y el fruto de lo más noble del espíritu humano: dignidad, aspiración a la libertad y justicia, búsqueda del bien y la práctica de la solidaridad".
Finalmente el Arzobispo indicó que "a la luz de las trágicas experiencias del pasado y del presente, la familia humana puede unirse alrededor de estos valores y principios esenciales, como un deber hacia los más débiles y necesitados, teniendo en cuenta a las generaciones futuras".