El Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, Cardenal Jean-Louis Tauran, explicó que las raíces cristianas de Europa son las que la han constituido y el cristianismo actualmente debe dar su aporte a la sociedad para lograr la justicia y la paz.
Según informa L'Osservatore Romano, en su intervención en el encuentro "Cultura y religiones en diálogo" realizado en el Palacio San Pío X en Roma, el Cardenal Tauran explicó que los derechos del hombre, definidos en las conveciones internacionales, reflejan un concepto cristiano de la persona humana, y en los siglos el cristianismo ha promovido la curiosidad intelectual y originado descubrimientos científicos y técnicos.
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Esto, subrayó el Purpurado, "ha aceptado el movimiento de la historia y ha sabido adaptar la letra al espíritu: ha logrado establecer un cierto equilibro entre el hombre y la naturaleza, entre la razón y la fe".
Seguidamente, el Presidente del dicasterio precisó que hoy el panorama es muy diferente: "Europa está en búsqueda de su alma" y por su número y diferencias "las religiones no son fuente de unidad". La llegada de numerosos musulmanes y el aumento del budismo en suelo europeo constituyen, en su opinión, "elementos suplementarios de heterogeneidad". Además, en un contexto de laicidad, el cristianismo "no aparece más como un evento fundador".
Hablando luego del necesario aporte de los cristianos en esta nueva sociedad europea, el Purpurado indicó que "es difícil responder a esta cuestión pero se puede afirmar que el cristianismo, que nunca como hoy ha sido tan universal y que ha contribuido muchísimo a la mundialización, podría aprovechar tal momento histórico para ofrecer su contribución a las dos necesidades que la mundialización misma no está en capacidad de asegurar: la justicia y la paz".
Para reencontrar "su alma", Europa necesita un "nuevo humanismo" y eso solo renacerá "si logramos vivir y transmitir lo esencial del patrimonio ideal que se nos ha dejado: la familia, la tierra propia, los grandes testimonios, la educación, la fe que me conduce hacia el bien y la verdad", concluyó.