Miles de fieles y peregrinos se dieron cita este mediodía en la Plaza de San Pedro para rezar el Ángelus dominical con el Papa Benedicto XVI, quien en sus palabras iniciales recordó que la comunidad cristiana está formada por todos los cristianos cuales piedras vivas y que está fundada sobre su piedra angular, el Señor Jesús.
“El templo de ladrillos es símbolo de la Iglesia viva, la comunidad cristiana que desde los Apóstoles Pedro y Pablo, en sus cartas, era el ‘edificio espiritual’, construido por Dios con las ‘piedras vivas’ que son los cristianos, sobre el único fundamento que es Jesucristo”, dijo el Pontífice haciendo referencia al Evangelio de hoy.
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Asimismo agregó que “la belleza y la armonía de las iglesias, destinadas a dar gloria a Dios, invitan a nosotros humanos, limitados y pecadores, a convertirnos para formar un ‘cosmos’, una construcción bien ordenada en estrecha comunión con Jesús, que es el verdadero Santo de los Santos”.
“Esto –prosiguió el Papa– se realiza en modo culminante en la liturgia eucarística en la que la ‘ecclesia’, es decir la comunidad de los bautizados, se encuentra reunida para escuchar la Palabra de Dios y para nutrirse del Cuerpo y Sangre de Cristo. Aquí la Iglesia de piedras vivas se edifica en la verdad y en la caridad y vive interiormente plasmada por el Espíritu Santo transformándose en aquello que recibe, conformándose cada vez más al Señor Jesús”.
Más adelante, el Pontífice resaltó que “la fiesta de hoy celebra un misterio siempre actual: que Dios quiere edificarse en el mundo un templo espiritual, una comunidad que lo adore en espíritu y verdad. Pero esto nos recuerda también la importancia de los edificios materiales, en los que las comunidades se reúnen para celebrar las alabanzas a Dios. Cada comunidad tiene el deber de custodiar con cuidado los propios edificios sagrados, que constituyen un precioso patrimonio religioso e histórico”.
La Iglesia celebra hoy la Dedicación de la Basílica Lateranense, llamada "madre y cabeza de todas las iglesias del mundo". “Esta Basílica –dijo el Papa– fue la primera en ser construida tras el edicto del emperador Constantino que, en el 313, concedió a los cristianos la libertad de practicar su religión. El mismo emperador donó al Papa Melquiades la antigua propiedad de su familia, los Lateranenses, e hizo edificar la Basílica, el Baptisterio y el Patriarcado, es decir la residencia del Obispo de Roma, donde los Papas vivieron hasta el periodo de Aviñón".
"La dedicación fue celebrada por el Papa Silvestre hacia el 324 y el templo fue intitulado al Santísimo Salvador; solo después del VI siglo se agregaron los títulos de los Santos Juan Bautista y Juan Evangelista. Honorando el edificio sagrado, se busca expresar amor y veneración por la Iglesia romana que, como afirma San Ignacio de Antioquía, ‘preside en la caridad’ de la entera comunión católica”.
Seguidamente Benedicto XVI rezó el Ángelus, saludó a los presentes en diversos idiomas e impartió su Bendición Apostólica.