El Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, Mons. Gianfranco Ravasi, resaltó el rico aporte que el Papa Pío XII dio a la cultura actual y explicó cómo se dio concretamente en el campo de la música y el deporte.
En su ponencia titulada "La cultura según el Papa Pacelli", publicada en L'Osservatore Romano, el Arzobispo señala que a la música, el Papa Pacelli le dedicó en 1955 una encíclica, la Musicae sacrae disciplina. Si bien es cierto, dijo, "no es tarea del Magisterio 'dictar leyes de carácter estético o técnico en cuanto a la noble disciplina de la música'", Mons. Ravasi resaltó, usando las palabras del Papa que "sí pertenece a la misión de la Iglesia 'defender la música de todo lo que podría mermar su dignidad, siendo ésta llamada a prestar un servicio en un campo de gran importancia como la del culto divino'".
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El Presidente del dicasterio comenta luego que el Papa destaca que 'la música sacra es más cercana al culto divino que las otras artes bellas como la arquitectura, la pintura y la escultura (mientras éstas buscan preparar una sede digna para los ritos divinos, aquella tiene un lugar de importancia primaria en el desarrollo mismo del rito)'".
Al hablar luego de su mirada a la música popular religiosa, el Arzobispo resalta que el Papa Pacelli consideraba que ésta "'capaz de recrear el animo' y dar 'un tono de majestad religiosa a los encuentros y acontecimientos más solemnes' eclesiales; infunde alegrías en las familias, acompaña festivamente las procesiones, las peregrinaciones, los eventos y los congresos religiosos" y consideró luego cómo el Papa Pacelli también veía en los cantos de los países de misión una esfera más que debe ser evangelizada.
En cuanto al deporte, recuerda el Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, Pío XII se dirigió el 20 de mayo de 1945 a los deportistas italianos. A ellos, subraya, les dijo el Papa que el cuerpo es templo del Espíritu Santo y que no es "mera carne material cuyo vigor y belleza nacen y florecen para luego pasar y morir, como la hierba del campo que termina en la ciénaga y el campo; sino que es la 'obra maestra de Dios, destinada a florecer aquí y hacerse inmortal en la gloria del cielo'".
Para el Papa Pacelli, recuerda Mons. Ravasi, el deporte exige una serie de elementos fundamentales como "una disciplina rigurosa, 'una formación y educación perfecta y equilibrada de todo el hombre', así como revelar y cultivar 'la dignidad y armonía del cuerpo humano'".
Además, prosigue, "el deporte correctamente ejercitado habitúa al examen y al señorío de sí mismo, pasando de la 'robustez física' a la 'fuerza y grandeza moral'. En la línea de esta unidad psicofísica que el deporte exalta, el Papa Pacelli introduce –basándose también en el testimonio de su predecesor, Pío XI, que era un apasionado alpinista– la función formativa en la virtud debe obtenerse a través del arte deportivo".
"Está por ejemplo –continúa el Arzobispo– el fair play que se define como 'emulación caballeresca y cortés', pero están sobre todo las virtudes humanas que acompañan al deporte como 'la lealtad, el valor, la resistencia, la resolución, la hermandad universal'".
Al poner como ejemplo a San Pablo, el Papa Pío XII, explica el Arzobispo Ravasi, exhorta además a no reducir el deporte a un esfuerzo por ganar una copa o peor, "'dárselas de superhombre', sino a buscar transformar esta actividad en un verdadero 'acto simbólico' que sepa cohesionar todas las capacidades del ser humano, creando armonía y belleza".
Esta ponencia fue dictada en el marco del congreso organizado por el 50 aniversario del tránsito del Papa Pacelli realizado en la Pontificia Universidad Gregoriana, titulado "La heredad del Magisterio de Pío XII".