Al recibir esta mañana las cartas credenciales de la nueva Embajadora de Canadá, Anne Leahy, el Papa Benedicto XVI destacó las raíces católicas de este país al tiempo que alertó sobre los desafíos actuales en los sectores de la defensa de la vida y la familia basada en el matrimonio natural; cuya defensa surge del ejercicio de la verdadera libertad.
En su discurso, el Santo Padre explicó como las raíces del catolicismo han calado en la sociedad canadiense. "Sin embargo, en nuestros días, se notan cambios profundos que son visibles en diversos ámbitos y a veces preocupan, hasta el punto de preguntarse si no significan una regresión en la concepción del ser humano. Esos cambios conciernen sobre todo a los sectores de la defensa y la promoción de la vida y de la familia basada en el matrimonio natural", advirtió.
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Seguidamente el Pontífice destacó que, en ese contexto, "una cultura de la vida podría alimentar nuevamente el conjunto de la existencia personal y social de Canadá. Para ello, creo que es necesario definir de nuevo el sentido del ejercicio de la libertad, percibido cada vez más como un valor absoluto, un derecho intangible del individuo, ignorando la importancia de los orígenes divinos de la libertad y de su dimensión comunitaria".
"Según esta interpretación solamente el individuo puede decidir y elegir la fisonomía, características y finalidades de la vida, de la muerte y del matrimonio", alertó.
Tras precisar que "la verdadera libertad se basa y se desarrolla en último lugar en Dios", el Papa recalcó que ésta "es un don que es posible acoger como germen para que madure de forma responsable y enriquezca a la persona y a la sociedad".
Por ello, subrayó, "el ejercicio de esa libertad implica la referencia a una ley moral natural, de carácter universal, que precede y unifica todos los derechos y los deberes. En esta perspectiva, quisiera manifestar mi apoyo a todas las iniciativas de los obispos de Canadá en favor de la vida familiar y por lo tanto de la dignidad del ser humano".
Finalmente el Santo Padre se refirió a las escuelas católicas en Canadá. "Gracias a su contribución en la transmisión de la fe a las nuevas generaciones, preparándolas al diálogo entre los diferentes componentes de la nación, cumplen una exigencia constante de la misión de la Iglesia, por el bien de todos, y enriquecen el conjunto de la sociedad canadiense", concluyó.