En un reportaje realizado por el Diario Prensa Libre, los obispos de Guatemala denunciaron la grave ola de violencia que azota al país; que podría incluso llevar a la nación a un estado de ingobernabilidad. Asimismo pidieron al gobierno que intervenga ante esta situación.
Los obispos de Guatemala se unieron a la denuncia realizada la semana pasada por Mons. Víctor Hugo Palma Paúl, Obispo de Escuintla, señalando, entre otras cosas, el incremento de la impunibilidad y la desconfianza de la población en el sistema de justicia nacional.
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"Estamos viviendo algo que antes no imaginábamos, en medio de gente armada, carros grandes que van y vienen, y tantos crímenes a nuestro alrededor, sin autoridad que los controle; parece película, pero es real", señaló Mons. Gabriel Peñate Rodríguez, Vicario Apostólico de Izabal.
Por su parte, Mons. Gustavo Rodolfo Mendoza Hernández, Obispo Auxiliar de Guatemala, lamentó además que la labor de la Iglesia se ve obstaculizada y precisó que "la inseguridad entorpece nuestro trabajo, pues las reuniones pastorales son por la noche, y la angustia de andar en la calle a esas horas hace que varios jóvenes y adultos se ausenten".
Los obispos también denunciaron cómo los narcotraficantes aprovechan la falta de oportunidades para los jóvenes y los introducen en el negocio haciéndolos vendedores o sicarios. "Un sacerdote de San Marcos estuvo amenazado por haber intentado sacar a los jóvenes que se prestaban para distribuir la droga", señaló Mons. Pablo Vizcaino Prado, Obispo de Suchitepéquez-Retalhuleu; mientras que Mons. Oscar Julio Vian Morales, Obispo de Los Altos, manifestó que en Quetzaltenango el paso de droga aumentó y precisó que ante esta situación "los padres de familia ya no quieren enviar a sus hijos a estudiar".
Por otro lado, Mons. Vizcaino señaló además la insuficiencia del cuerpo policial para detener el pandillaje en la localidad de San Felipe. "Por las tardes, la gente se encierra en sus hogares, y casi nadie visita ese lugar durante la noche, por temor a la delincuencia de los mareros (pandilleros)". Al comentar el delicado tema de los secuestros y extorsiones, con frecuencia a personas de escasos recursos, Mons. Vian Morales precisó que estas "parecen venir de las cárceles".
Tras señalar que la pérdida de valores morales y el distanciamiento de la fe religiosa son algunas de las razones y obstáculos para encontrar soluciones a estos problemas sociales; Mons. Palma denunció que de parte de los delincuentes "no hay sensibilidad, esto delata la falta de interés por la vida humana". "La ola de violencia es terrible. Ahora aparecen cadáveres mutilados o con señales de tortura, los crímenes suceden ante los ojos de cualquier persona", dijo a su turno Mons. Rodolfo Mendoza.
Los obispos también expresaron su preocupación por el aumento de las deportaciones de guatemaltecos en Estados Unidos, que ya superan las 23 mil, y que al volver tiene problemas para conseguir trabajo o no lo consiguen; y ya no pueden enviar las remesas que servían para sostener a sus familias. Para el 2009, precisa la Organización Mundial de las Migraciones, los deportados llegarían a más de 75 mil.