El Obispo de El Obeid (Sudán), Mons. Antonio Menegazzo, relató los estragos de la guerra civil que azota a este país y los desafíos de la minoría cristiana que vive en medio de la creciente violencia. Asimismo pidió ayuda a los organismos internacionales para buscar soluciones a este conflicto de más de 20 años.
En una entrevista concedida a L'Osservatore Romano mientras participa en el Sínodo de los Obispos en Roma, el Prelado relató que la capital de Sudán, "Darfur nos preocupa. La guerra continúa afectando a víctimas inocentes y las organizaciones internacionales no logran terminar con esta ola de violencia sin fin".
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"También en el resto de Sudán, después de 21 años de guerra civil entre el norte y el sur, las injusticias y el sufrimiento no se atenúan. Ni siquiera con el acuerdo de paz las cosas han mejorado y la situación aquí no es para nada clara ni alentadora. La ONU y la Unión Europea deberían prestar mayor atención a los problemas de Sudán", afirma.
Al hablar luego de la realidad de los cristianos en este país, Mons. Menegazzo señaló que si bien en Sudán existe un gran hambre de Dios en las personas, ésta no "ha penetrado profundamente en el corazón ni en las mentes de muchos de nuestros cristianos: no han logrado todavía cambiar completamente su mentalidad, su cultura todavía no está purificada por la Palabra de Dios. Muchas veces somos incapaces de encontrar una solución a sus problemas y todavía recurren con cierta facilidad, a sus usanzas antiguas".
"En Sudán –prosigue– la mayoría de los catecúmenos no sabe leer ni escribir; razón por la cual para prepararla para el Bautismo los catequistas deben ser capaces de explicar la Palabra con afiches, diseños y sus palabras. Y aquí hay un gran dilema: catequistas poco preparados, porque pocos están instruidos para ayudar a los catecúmenos que quieren ser discípulos de Cristo. Muchos enseñan el catequismo y la verdad de la santa fe de memoria, con un pobre conocimiento de las Santas Escrituras".
Finalmente el Obispo destaca que "en las nueve diócesis de Sudán hay centros de catequesis en donde se busca formar a los jóvenes, pero es un trabajo muy difícil. Si bien tenemos el apoyo de algunas congregaciones como los combonianos, los apóstoles de Jesús, los jesuitas, los misioneros canadienses, no siempre se logra 'reclutar' y preparar a los jóvenes que deberían contribuir a hacer crecer a la Iglesia".