A las 9.00 (hora local) el Papa Benedicto XVI partió en helicóptero hacia el Santuario de la Virgen de Pompeya para celebrar la Santa Misa y recordar en su homilía que el Rosario es el vínculo espiritual con María para permanecer unidos a Jesús, para conformarse con Él, asimilar sus sentimientos y comportarse como Él se ha comportado.
“He venido para encomendar a la Madre de Dios la Asamblea del Sínodo de los Obispos que se viene realizando en el Vaticano. Además mi visita coincide también con la Jornada Misionera Mundial: rezaremos también por cuantos en la Iglesia dan sus energías al servicio del anuncio del Evangelio en todas las naciones”, dijo el Pontífice al iniciar su homilía.
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Tras haber saludado a las respectivas autoridades y a todos los fieles ahí reunidos, el Santo Padre reflexionó sobre las lecturas hodiernas: “Quisiera destacar particularmente la estupenda expresión de Sofonías, que dirigiéndose Jerusalén dice: el Señor ‘te renovará con su amor’. Sí, el amor de Dios tiene este poder: renovar todas las cosas desde el corazón humano, que constituye su obra de arte y donde el Espíritu Santo actúa mejor su acción transformadora”.
“Con su gracia –prosiguió- Dios renueva el corazón del hombre perdonando su pecado, lo reconcilia e infunde en él la tensión hacia el bien. Todo esto se manifiesta en la vida de los santos”.
Más adelante meditó sobre la figura de María en los inicios de la comunidad cristiana: “Desde sus inicios, la comunidad cristiana vio en la personificación de Israel y de Jerusalén en una figura femenina un significativo y profético dirigirse hacia la Virgen María, quien justamente es reconocida cual ‘hija de Sión’ y arquetipo del pueblo que ‘encontró gracia’ a los ojos del Señor”.
“Es una interpretación que encontramos en la narración de las Bodas de Caná. El evangelista Juan hace notar en modo simbólico que Jesús es el esposo de Israel, que ha venido a traer la gracia de la Nueva Alianza, representada por el ‘vino bueno’. Al mismo tiempo resalta también el rol de María, que es llamada desde el inicio ‘madre de Jesús’, pero que después el mismo Hijo llama ‘mujer’, anteponiendo a la parentela el vínculo espiritual según el cual María personifica la esposa amada del Señor, es decir el pueblo que escogió para irradiar su bendición sobre toda la familia humana”, explicó el Papa.
Sobre la segunda lectura dijo: “El Apóstol San Pablo exhorta al amor en su Carta a los Romanos. En esta página encontramos delineado el programa de vida de una comunidad cristiana, cuyos miembros han sido renovados por el amor y se esfuerzan por renovarse continuamente para discernir siempre la voluntad de Dios y no caer en el conformismo de la mentalidad mundana”.
“La característica de la civilización cristiana –continúo Su Santidad- es la caridad: el amor de Dios que se traduce en amor al prójimo”.
Benedicto XVI dedicó también una parte de su homilía al Beato Bartolo Longo, fundador del santuario de Pompei y “a las tantas iniciativas de caridad que realizó por los hermanos más necesitados. Impulsado por el amor, tuvo la capacidad de proyectar una ciudad nueva que surgió en torno al santuario mariano, casi cual irradiación de su luz de fe y de esperanza. Una ciudadela de María y de la caridad insertada en el territorio de este Valle para rescatarlo y promoverlo. Gracias a Dios, la historia de la Iglesia está llena de experiencias de este tipo. Son experiencias de fraternidad, que muestran el rostro de una sociedad diversa, cual levadura al interno del contexto civil. La fuerza de la caridad es irresistible: ¡es el amor que verdaderamente saca adelante al mundo!"
Sobre Pompeya el Papa afirmó: “Se trata de una demostración histórica de cómo Dios transforma el mundo: llenando de caridad el corazón del hombre y haciendo de este un ‘motor’ de renovación religiosa y social. Pompeya es un ejemplo de cómo la fe puede obrar en la ciudad del hombre, suscitando apóstoles de caridad que se ponen al servicio de los pequeños y pobres, y actúan para que también los últimos sean respetados en su dignidad y encuentren acogida y promoción. Aquí en Pompeya se entiende que el amor a Dios y el amor al prójimo son inseparables”.
Al terminar su homilía el Papa destacó la importancia del rezo del Rosario: “Es una oración contemplativa accesible a todos: grandes y pequeños, laicos y clérigos, cultos y poco instruidos. Es el vínculo espiritual con María para permanecer unidos a Jesús, para conformarse con Él, asimilar sus sentimientos y comportarse como Él se ha comportado. El Rosario es ‘un arma’ espiritual en la lucha contra el mal, contra toda violencia, por la paz en los corazones, en las familias, en la sociedad y en el mundo”.