El Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU, Mons. Celestino Migliore afirmó hoy que los valores fundamentales inherentes a la dignidad de toda persona deben estar custodiados y promovidos por las leyes que emanan de los estados.
Tras advertir que en el contexto cultural presente en ocasiones la ley no considera la dignidad de la persona sino que incluso parece ofenderla, el Arzobispo destacó que "los derechos de las personas no son simplemente un grupo de normas legales sino que representan, por encima de todo, valores fundamentales. Tales valores deben ser protegidos por la sociedad, de otra forma están en riesgo de desaparecer incluso de los textos legislativos. La dignidad de las personas tiene que estar salvaguardada en la cultura, en la mentalidad pública y en la conducta de la sociedad, como una precondición y para que esté protegida por la ley".
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Seguidamente indicó que "aunque la fuerza de la ley no es suficiente en sí misma, aún se mantiene como un instrumento indispensable para la protección de la dignidad humana. La noción de la fuerza de la ley está implícita como una exigencia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y le asigna a los estados la tarea de permitir y facilitar la realización de los fines trascendentes a los que las personas están destinadas".
Luego de comentar que "la fuerza de la ley es un componente vital para asistir a los estados en su responsabilidad de proteger" a sus poblaciones de las amenazas y a otras incluso, cuando un país no esté en capacidad de hacerlo; el Prelado vaticano indicó que "la creación de estructuras nacionales legales ayudará a los estados a advertir las atrocidades estableciendo mecanismos que promuevan la justicia y la paz, aseguren la protección y el recurso bajo la ley, permitan a la economía sentar sus bases y proteger la dignidad de toda persona".
"La naturaleza interconectada del mercado global ha incrementado la necesidad del debate sobre la implementación de la fuerza de la ley, para que se establezca un sistema global más justo. En el mundo en desarrollo, ésta puede proporcionar crecimiento social y económico; mientras que en el mundo desarrollado puede asegurar una mayor estabilidad económica y más equidad", continuó.
Finalmente Mons. Migliore destacó que "las Naciones Unidas será más apreciada cuando la discusión sobre la fuerza de la ley se transforme de discusiones sobre normas y valores en resultados tangibles para aquellos que buscan la justicia".