El Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, Mons. José María Arancedo, señaló que no existe discriminación cuando se niega el matrimonio a los homosexuales, pues afirmar que esta institución es la unión complementaria de un hombre y una mujer es una verdad que no se puede objetar.
"Cuando se exigen determinadas aptitudes o condiciones, en este caso la complementariedad sexual en orden a la procreación, no se puede hablar de discriminación. Afirmar la heterosexualidad como requisito para el matrimonio no es, en una sana lógica de pensamiento, discriminar, sino partir de una exigencia objetiva que tiene como presupuesto esta característica. Lo contrario sería desconocer su identidad, es decir, no partir desde lo que es", expresó en su reflexión semanal.
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Mons. Arancedo advirtió que "hay un falso sentido de igualdad que no pertenece al orden de la justicia, porque violenta lo propio de cada realidad". El Prelado recordó que "es propio de la justicia distinguir" cuando hay diferencias.
El Arzobispo explicó que "es posible realizar distinciones de trato entre personas sobre la base de ciertas cualidades personales o naturales, siempre y cuando estas distinciones resulten compatibles con la finalidad o finalidades intrínsecas del instituto, función o realidad práctica de que se trata en cada caso, ya que en estas situaciones las cualidades personales influyen decisivamente en la conducta de los sujetos y en la consiguiente posibilidad de alcanzar aquellas finalidades".
Mons. Arancedo señaló que "esto no debe entenderse como un agravio o la negación de un derecho, sino de la necesidad jurídica de afirmar y tutelar un instituto (el matrimonio) que tiene sus notas y características propias".
Asimismo, aclaró que "no se trata de algo solo privado o de opción religiosa, sino de una realidad que incide en la vida y desarrollo de la misma sociedad". Recordó que el matrimonio tiene su raíz en la complementariedad del hombre y la mujer.
Esta realidad, señaló, debe ser tenida en cuenta "como fuente legislativa a la hora de definir la esencia y finalidad del matrimonio". "Esto no debe ser considerado como un límite que descalifica, sino como la exigencia de una verdad que por su misma índole y significado social, debe ser garantizada jurídicamente", afirmó.
"El matrimonio como comunión de vida entre el hombre y la mujer, que en su diversidad y fecundidad se complementan en la transmisión y cuidado de la vida, es un bien que hace tanto al desarrollo de las personas, como a la cultura y al futuro de la sociedad. Por ello, también el matrimonio es un bien público que la sociedad debe valorar y tutelar", señaló.