El Presidente de la Pontificia Academia para la Vida y Rector de la Pontificia Universidad Lateranense, Mons. Rino Fisichella, destacó al celebrarse los 50 años del tránsito del Papa Pío XII la notable enseñanza teológica de este Pontífice y su vital importancia en la elaboración de los documentos del Concilio Vaticano II.
En un artículo publicado en L'Osservatore Romano, el Arzobispo inicia el mismo recordando las palabras del Cardenal Agostino Bea, confesor del Papa Pacelli: "Deberán pasar decenas de año, para no decir siglos, antes que la gigantesca obra de Pío XII sea estimada en su valor. Ha diseminado una semilla increíble. Se puede decir que la doctrina de Pío XII ha transformado el aire que respiramos sin que seamos del todo conscientes. Esta doctrina ha constituido el fundamento mismo del Concilio" Vaticano II.
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Tras explicar que "a la luz de las 43 encíclicas que signaron su pontificado, además de los numerosos y esforzados discursos con los que afrontó los temas más controversiales de la época", el Presidente de la Pontificia Academia para la Vida señala que "no sorprende entonces que los padres conciliares" del Vaticano II "hayan recurrido a la riqueza de esta enseñanza al menos 251 veces, como se puede constatar en los documentos conciliares cuando hacen una referencia directa a su magisterio".
Seguidamente Mons. Fisichella se refirió a algunas de las encíclicas del Papa Pacelli como la Munificentissimus Deus de 1950 con la que se definió el dogma de la Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma al Cielo. Asimismo precisó que con la Divino afflante Spiritu de 1943, Pío XII dio gran impulso a la lectura de la Sagrada Escritura y a la promoción de los estudios bíblicos. Por primera vez en un documento del Magisterio, explica el Arzobispo, "Pío XII resalta la importancia del género literario y su valor para la comprensión coherente no solo del texto, sino del mismo autor sagrado".
El también Rector de la Pontificia Universidad Lateranense explica que no se puede olvidar "la gran novedad aportada por esta encíclica al destacar que cada autor sacro posee una propia teología con la cual se califica plenamente como 'autor' y mediante la cual se permite tener una visión más profunda del texto sacro. En una palabra, es suficiente tomar la Dei Verbum para verificar como mucho de este material confluyó en el magisterio conciliar".
Mons. Fisichella subrayó luego la importancia de la Mystici Corporis de 1943. "Recuperando la visión paulina del 'Cuerpo Místico de Cristo' y mostrando su raíz en la tradición teológica de los Padres y maestros del medioevo, el Papa se abría al camino de una visión de la Iglesia a la luz de la comunión que encontrará su plena explicitación en la Lumen Gentium", agrega y precisa que para entenderla mejor, es necesario ver también la encíclica Mediator Dei de 1947, en el que "el sentido profundo de la Iglesia es recuperado, a la luz de la liturgia y del misterio eucarístico".
La Humani generis de 1950 "signó la historia de la teología", prosigue el Arzobispo. "Con esta encíclica se manifestaba la gran apertura del Papa Pacelli a la investigación científica" y "reiteraba la inmutabilidad de la enseñanza del pecado original".
Como puede observarse, continúa el Rector de la Lateranense, "el magisterio de Pío XII fue permeado por su la gran agudeza con la que trataba los problemas de la época, junto a su invariable defensa del depósito de la fe".
"En su magisterio el Sumo Pontífice debe estar en capacidad de leer los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio. Cuando interviene para defender la fe de siempre no lo hace para impedir la investigación científica, sino para conservar el depósito de la de y la comunión entre los fieles", concluye Mons. Fisichella.
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