El P. Joan Manuel Serra, sacerdote del Obispado de Sant Feliu de Llobregat, pidió al Rey Juan Carlos de España, no firmar el real decreto que modifica el reglamento de la policía mortuoria y que haría legal el uso de máquinas "trituradoras de bebés", de hasta siete meses de gestación, en las clínicas abortistas.
En una carta abierta, el sacerdote recordó que el actual reglamento "obliga a las ‘clínicas’ abortistas a considerar como cadáveres a los restos de un aborto, cuando ya son restos humanos ‘de entidad suficiente’", es decir, a las once o doce semanas de gestación; y trasladarlos a un cementerio para "su posterior incineración o entierro digno".
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Sin embargo, tras el escándalo de la clínica Ginemédex, donde se descubrió el uso de máquinas trituradoras para ocultar abortos tardíos ilegales; el Gobierno, "con el supuesto respaldo del principal partido de la oposición", ha propuesto cambiar el reglamento de la policía mortuoria "para que los ‘restos’ de un aborto no sean considerados ‘restos humanos de entidad suficiente’ hasta después de las 28 semanas de gestación", es decir, cerca a los siete meses de embarazo.
"Majestad, estamos llegando a unos niveles de inhumanidad totalmente inadmisibles que ponen en riesgo el mismo fundamento de nuestra sociedad", alertó el sacerdote, pues "si no protegemos el derecho a la vida de todos", incluso del más débil, estamos poniendo "los fundamentos de una sociedad muy violenta que acabará por autodestruirse".
El sacerdote dijo al Rey Juan Carlos que si se mantiene el actual reglamento, "de enterrar o incinerar debidamente los restos humanos de un aborto a partir de las pocas semanas, entonces, como mínimo ya se da un mensaje humanizador a la sociedad. Esto ya hará pensar y recapacitar a mucha gente sobre el valor de la vida humana desde el momento de la concepción".
"En cambio –advirtió–, si aceptamos sin resistencia de ningún tipo que sea legal triturar y tirar por el desagüe una criatura abortada de siete meses, entonces damos un paso de gigante hacia la inhumanidad más brutal del paganismo".
Por ello, "en el nombre del Dios de la Vida", exhortó, "no firme este Real Decreto de la infamia".
"Majestad, que España sea famosa en el mundo entero por su humanidad y no por su inhumanidad. Usted, como jefe de Estado, con la ayuda de Dios, que no le faltará, puede empezar a hacerlo posible", afirmó el sacerdote.