El Papa Benedicto XVI subrayó esta mañana que la "Iglesia no impone, sino que propone libremente la fe católica, sabiendo que la conversión es el fruto misterioso de la acción del Espíritu Santo", al recibir a los obispos de Kazakistán y de Asia Central, que se encuentran en el Vaticano en visita ad limina.
En su discurso, el Santo Padre destacó que "la fe es don y obra de Dios. Precisamente por eso está prohibida toda forma de proselitismo que obligue o induzca y atraiga a alguien con inoportunos engaños a abrazar la fe".
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"Una persona puede abrirse a la fe tras una reflexión madura y responsable, y debe poder realizar libremente esta íntima aspiración. Esto beneficia no solo al individuo, sino a toda la sociedad, porque la observancia fiel de los preceptos divinos ayuda a construir una convivencia más justa y solidaria", explicó.
El Papa animó luego a los prelados a agradecer a Dios "porque a pesar de las duras presiones ejercitadas durante los años del régimen ateo y comunista, gracias a la abnegación de sacerdotes, religiosos y laicos llenos de celo, la llama de la fe ha permaneciendo encendida en el corazón de los creyentes".
Tras exhortar a los obispos a no desanimarse a pesar de que la comunidad católica sea "un pequeño rebaño", Benedicto XVI pidió que se dejaran guiar por el Espíritu Santo y mantuvieran "viva en el pueblo cristiano la llama de la fe; conservad y valorad las válidas experiencias pastorales y apostólicas del pasado; seguid educando a todos a la escucha de la Palabra de Dios, suscitad especialmente en los jóvenes el amor a la Eucaristía y la devoción mariana, difundid en las familias la práctica del rosario. Buscad con paciencia y valentía nuevas formas y métodos de apostolado, preocupándoos de actualizarlos según las exigencias actuales, teniendo en cuenta la lengua y la cultura de los fieles".
Asimismo recalcó que "este compromiso será sin duda más incisivo y eficaz" si cuentan con la colaboración de los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos. En este contexto, invitó a los prelados a sostenerles "en los momentos de dificultad" y de "soledad humana y espiritual".
"Que en la base de todo esté el recurso constante a Dios en la oración y la continua búsqueda de la unidad entre vosotros, así como en cada una de vuestras respectivas y diversificadas comunidades", alentó el Papa.
Al hablar después sobre la "plaga de la violencia y del terrorismo, a la difusión del extremismo y del fundamentalismo" en el mundo, el Pontífice señaló que es necesario "contrastar estos flagelos con intervenciones legislativas".
"La fuerza del derecho nunca debe transformarse en iniquidad, ni se puede limitar el libre ejercicio de las religiones, porque profesar la propia fe libremente es uno de los derechos humanos fundamentales y universalmente reconocidos", precisó.
Finalmente el Papa agradeció la labor que realizan los sacerdotes y religiosos que trabajan en Almaty, Kirguizistán, Uzbekistán, Tayikistán y Turkmenistán.