La Conferencia Episcopal Colombiana publicó un comunicado en el que deplora el secuestro y asesinato del niño Luis Santiago Pelayo, ocurrido por encargo del propio padre del menor en la localidad de Chía, al norte de Bogotá.
Luis Santiago, de solo 11 meses de edad, fue extraído el 24 de septiembre de su propia casa y murió aparentemente asfixiado por sus raptores minutos después del secuestro. Sus restos aparecieron ayer.
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"La rapidez con la que hoy se suceden los acontecimientos condiciona hasta cierto punto el juicio que sobre ellos pueda hacerse. No obstante sentimos la conveniencia y la necesidad de decir una palabra sobre el doloroso y cruel episodio del secuestro y asesinato del niño Luis Santiago", sostienen los obispos.
Asimismo, consideran "difícil entender y aceptar que un niño pueda ser objeto de una acción tan horrenda y atroz por parte de su propio padre. Por eso comprendemos y compartimos los sentimientos de indignación y de dolor del pueblo colombiano que no sólo ha manifestado públicamente su rechazo a esta clase de hechos sino que ha pedido y reclamado para los culpables todo el peso de la justicia".
"Entristece pensar que un crimen como éste no sea un hecho único y aislado; el asesinato, el maltrato, el abuso contra menores y el abandono de niños recién nacidos son delitos que se han ido repitiendo cada vez con más frecuencia", agregan.
Los obispos expresaron su preocupación por "el incremento de la criminalidad en general, de los asesinatos, las desapariciones, las muertes violentas, los secuestros y las manifestaciones de irresponsabilidad de muchos padres de familia".
Advirtieron que "el ambiente de inmoralidad y relajación de las costumbres son factores que explican muchos de los delitos como los que hoy estamos denunciando".
Tras recordar que "cuando se pierde el temor de Dios se abren las puertas al reino del pecado y de la muerte", los obispos recordaron que "el derecho a la vida es considerado como un derecho inviolable en nuestra Constitución Política y como un valor fundamental de toda sociedad humana. Por eso pedimos a nuestros parlamentarios que protejan y defiendan la vida y no incentiven con leyes permisivas una cultura de muerte".