"La familia es nuestro primer seminario", destacó el Obispo Auxiliar de La Plata, Mons. Antonio Marino, al presidir la Misa por el Día de la Familia en el Seminario Mayor San José, a la que acudieron padres, hermanos y amigos de quienes se forman allí para ser sacerdotes.
En la homilía, Mons. Marino explicó que "el día de la familia es una oportunidad con significado fuertemente pedagógico para todos. En primer lugar, para los mismos seminaristas, los cuales aprenden, durante los largos años del Seminario, a valorar y orar por tres familias que son como tres caminos por los cuales la Providencia divina los hará transitar: la familia según la sangre, la familia del Seminario, la familia de la Iglesia. Pero en estas tres familias, también ustedes deben sentirse reconocidos e interesados".
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"La familia de origen, en primer término; ese ámbito entrañable del cual proceden y que siempre nos acompaña, incluso en la ausencia física y en la lejanía. Todo seminarista la lleva en su corazón y no cesa de encomendar a Dios, con perseverancia incansable, las necesidades y problemas de aquellos que los mismos seminaristas consideran como su primer Seminario", subrayó.
Mons. Marino destacó que "las familias han sido verdaderas escuelas de vida humana y cristiana", y señaló que "la segunda familia es la comunidad del Seminario".
"El Seminario es y debe ser una gran familia, en la cual no sólo rezamos, sino por la cual rezamos. Aquí el joven aspirante al sacerdocio completa su formación humana recibida en el hogar, aprendiendo a ser muy realista y responsable, si es que quiere ser un buen cristiano que se convertirá en maestro y pastor del rebaño que Cristo y la Iglesia le van a confiar un día", indicó.
Tras recordar la importancia de entender a la Iglesia como una familia en donde Cristo es la cabeza, el Prelado destacó que "en cada Santa Misa, los ministros del altar después de consagrar el pan y el vino de las ofrendas, los elevamos para ofrecerlos a la adoración de los fieles".
Finalmente explicó que "se trata de un peso muy grande, que no está en relación con la cantidad física de los humildes signos sacramentales. Se trata del peso de la responsabilidad, pues ‘el sacerdote está ubicado en el centro mismo del misterio de Cristo que abraza constantemente la humanidad y el mundo, la creación visible e invisible’, tratando de llevarla hasta Dios. Las oraciones del pueblo fiel pueden contribuir mucho para que los sacerdotes actuales y los futuros levantemos con dignidad ese peso".