El Papa Benedicto XVI hizo un llamado a proclamar la esperanza cristiana como respuesta a un mundo que ha perdido el carácter sagrado, en una época caracterizada por “una preocupante cultura del vacío”.
“En un mundo desacralizado y en una época marcada por una preocupante cultura del vacío y del sinsentido, están llamados a anunciar el primado de Dios y a presentar propuestas de eventuales nuevos caminos de evangelización", dijo el Papa.
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El Papa pronunció estas palabras en un discurso dirigido a los participantes en el congreso internacional de Abades Benedictinos celebrado en Roma, a los que recibió en la residencia de Castelgandolfo.
Dirigiéndose a los benedictinos, aseguró que en sus monasterios tienen a Cristo como “huésped, amigo y compañero”. También les recordó que los benedictinos son custodios del patrimonio de una espiritualidad anclada en el Evangelio y les exhortó a dedicarse "con renovado ardor apostólico a los jóvenes, que son el futuro de la Iglesia y de la Humanidad".
El Santo Padre les recordó que “el compromiso de santificación personal y de la comunidad” junto a la “oración litúrgica permite cultivar un testimonio particularmente eficaz”.
“Con humilde confianza nunca se cansen de compartir su preocupación espiritual, la riqueza del mensaje evangélico, que se resume en el amor misericordioso del Padre, dispuesto a abrazar a Cristo en cada persona. Sigan brindando su valiosa contribución a la vitalidad y la santificación del pueblo de Dios, de acuerdo con el peculiar carisma de San Benito de Nursia”, indicó.
El Papa pidió dedicarse “con renovado celo apostólico a los jóvenes, que son el futuro de la Iglesia y la humanidad” porque “para construir una Europa nueva, es necesario empezar por las nuevas generaciones”.
Asimismo, mencionó la “famosa hospitalidad benedictina” a través de la cual pueden “ofrecer a hombres y mujeres de nuestro tiempo, la oportunidad de profundizar en el sentido del infinito horizonte de la esperanza cristiana”.
Sobre la “escasez de nuevas vocaciones” que enfrentan las religiosas benedictinas, el Papa pidió que no se desanimen, sino que aborden “estas crisis dolorosas con calma y con la conciencia de que en el mundo es necesario no tanto el éxito, sino el compromiso de fidelidad”.
“Lo que hay que evitar absolutamente es la pérdida de la entrega espiritual a Dios y a su vocación y misión”, precisó.