El Papa Benedicto XVI recordó a los jóvenes que al descubrir "a Dios como sentido y fundamento de toda criatura", ya no tendrán "miedo de perder vuestra libertad, porque la viviréis en plenitud, entregándola por amor".
En el encuentro que sostuvo con los jóvenes de la isla de Cerdeña, durante su visita pastoral a la localidad italiana de Cagliari, el Pontífice les ofreció un programa de vida basado en el valor de la familia, la formación moral e intelectual, y la fe, como respuesta al consumismo e individualismo que caracterizan al mundo actual.
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Tras reconocer que los jóvenes son el "futuro lleno de esperanza de esta región", el Pontífice reconoció que deben enfrentar dificultades y problemas como "la plaga del desempleo y de la precariedad del trabajo que ponen en peligro vuestros proyectos, la emigración y el éxodo de las fuerzas mas frescas y decididas, con la consecuente pérdida de raíces que a veces lleva aparejados daños psicológicos y morales antes que sociales".
"Y ¿qué decir del hecho de que en la sociedad actual de consumo las ganancias y el éxito se hayan convertido en nuevos ídolos ante los que se postran tantos? Así las personas se sienten llevadas a dar valor sólo a los que, como se dice, ‘han hecho fortuna’ o son ‘famosos’, y no a los que deben combatir con la vida fatigosamente día a día", indicó.
Según el Papa, "se corre el peligro de ser superficiales, de seguir atajos peligrosos en pos del éxito, buscando en la vida experiencias que suscitan satisfacciones inmediatas, pero de por sí son precarias y engañosas. Crece la tendencia al individualismo y cuando uno se concentra sólo sobre sí mismo, se vuelve frágil forzosamente; falta la paciencia para escuchar, fase indispensable para entender al otro y trabajar juntos".
Benedicto XVI recordó los valores reafirmados por Juan Pablo II durante su visita a Cerdeña hace 23 años.
Primero citó "el valor de la familia que hay que custodiar como una herencia antigua y sacra". En el pasado la sociedad tradicional ayudaba más a formar y custodiar una familia. Hoy se admiten otras formas de convivencia y a veces se usa el término familia para uniones que en realidad no son familia".
"Reapropiaros queridos jóvenes del valor de la familia, amadla no solamente por tradición sino por una decisión madura y consciente" y recordó que el Concilio Vaticano II llama a la familia "pequeña Iglesia, porque el matrimonio es un sacramento, es decir, un signo santo y eficaz del amor que Dios nos da en Cristo a través de la Iglesia", indicó.
El segundo valor es "la formación intelectual y moral". Recordó que "la crisis de una sociedad comienza cuando no sabe transmitir su patrimonio cultural y sus valores fundamentales a las nuevas generaciones. No me refiero solo al sistema escolástico. La cuestión es más amplia. Jesús dijo: ‘La Verdad os hará libres’. El nihilismo moderno predica en cambio lo opuesto, que es la libertad la que os hará verdaderos. Incluso algunos sostienen que no existe ninguna verdad, abriendo así el camino al vaciado de los conceptos de bien y mal, llegando a hacerlos intercambiables".
"La fe sincera y profunda" es el tercer valor. "Cuando se pierde el sentido de la presencia y de la realidad de Dios todo se achata y se reduce a una dimensión única, todo se queda en lo material. Desaparece el misterio de todo lo que existe: las cosas y las personas interesan en la medida en que satisfacen nuestros intereses y no por sí mismas", explicó.
El Pontífice advirtió que esto constituye un dato cultural que se respira desde que se nace y que produce efectos interiores permanentes. La fe, en este sentido, antes de ser una creencia religiosa, es una forma de ver la realidad, un modo de pensar, una sensibilidad interior que enriquece nuestro ser humano como tal. Estando con Jesús, frecuentándolo como un amigo en el Evangelio y en los Sacramentos, aprendéis de forma nueva lo que la sociedad a menudo no os puede dar: el sentido religioso".
Ante estos retos, el Papa pidió a los jóvenes descubrir a Dios y así "no tendréis entonces miedo de perder vuestra libertad, porque la viviréis en plenitud, entregándola por amor. No estaréis apegados a los bienes materiales porque sentiréis la alegría de compartirlos. No estaréis tristes de la tristeza del mundo, sino que sentiréis dolor por el mal y alegría por el bien, sobre todo por la misericordia y el perdón. Si descubrís realmente a Dios en el rostro de Cristo ya no pensaréis en la Iglesia como en una institución externa a vosotros, sino como a vuestra familia espiritual".
Al finalizar el encuentro con los jóvenes, Benedicto XVI se trasladó al aeropuerto de Cagliari, donde a las 19:30 horas emprendió el regreso a Roma y desde allí se desplazó a la residencia de Castelgandolfo.