El Papa Benedicto XVI señaló que la formación teológica en los seminarios debe permitir a los futuros sacerdotes "conocer la totalidad de las verdades cristianas y de conocer estas verdades no como verdades separadas sino en modo orgánico, como una unidad, como una única verdad de fe en Dios".
En su encuentro ayer en la Catedral de Cagliari con los sacerdotes, seminaristas y alumnos de la Pontificia Facultad Teológica de Cerdeña (Italia), el Santo Padre explicó que la formación de los seminarios "debe llevaros a poseer una visión completa y unitaria de las verdades reveladas y de su acogida en la experiencia de fe de la Iglesia. De esto deriva la doble exigencia de conocer la totalidad de las verdades cristianas y de conocer estas verdades no como verdades separadas sino en modo orgánico, como una unidad, como una única verdad de fe en Dios".
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Asimismo, pidió a los formadores y profesores de los seminarios que guiasen a los alumnos a "una experiencia personal de Dios a través de la oración personal y comunitaria cotidiana, y sobre todo a través de la Eucaristía, celebrada y sentida como el centro de toda la propia existencia".
Dirigiéndose en particular a los presbíteros, el Papa aseguró su "cercanía espiritual, para poder responder al llamamiento del Señor con total fidelidad, como hicieron recientemente algunos de vuestros hermanos".
En este contexto, recordó a "don Graciano Muntoni, sacerdote de la diócesis de Nuoro, asesinado la víspera de la Navidad de 1998, mientras se dirigía a celebrar la misa, y al padre Battore Carzedda, del PIME, que dio su vida para que los creyentes de todas las religiones se abran a un diálogo sincero sostenido por el amor".
"Que no os asusten, ni os desanimen las dificultades" pues "es importante ser granos de buen trigo que, caídos en tierra, dan fruto". El Pontífice precisó que el sacerdote "debe proclamar con autoridad la palabra, renovar los gestos de perdón y de ofrecimiento, ejercer su solicitud amorosa al servicio de su rebaño en comunión con los pastores y fielmente dócil a las enseñanzas del Magisterio".
El Santo Padre pidió a los sacerdotes reavivar cada día "el carisma recibido con la imposición de las manos, identificándoos con Jesucristo en su triple función de santificar, enseñar y apacentar el rebaño".
Benedicto XVI destacó también el "gran florecimiento de vocaciones religiosas femeninas, de las que Cerdeña es un verdadero y propio vivero". Sin ellas, dijo, "hubiera sido más difícil difundir el amor de Cristo en los pueblos, en las familias, en las escuelas, en los hospitales, en las cárceles y en los lugares de trabajo. ¡Este patrimonio de bien se ha ido acumulando gracias a su dedicación!".