El Papa Benedicto XVI recibió a los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) que se encuentran en el Vaticano de visita ad limina, y los animó enfrentar el reto de una “sólida formación” para los fieles, llamados a dar testimonio y contribuir a ordenar los asuntos temporales “según la justicia”.
“Uno de los grandes retos a los que os enfrentáis es precisamente la sólida formación religiosa de vuestros fieles, haciendo que el Evangelio quede profundamente grabado en su mente, su vida y su trabajo, de manera que sean fermento del Reino de Dios con su testimonio en los diversos ámbitos de la sociedad y contribuyan a que los asuntos temporales se ordenen según la justicia y se adecuen a la vocación total del hombre sobre la tierra”, indicó el Papa.
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Admitió que esto es “particularmente importante en una situación en que a la pobreza y la emigración se suman acusadas desigualdades sociales y una radicalización política, especialmente en los últimos años”.
El Papa elogió la labor de los pastores que comparten “las vicisitudes de vuestro pueblo y, respetando escrupulosamente la autonomía de la gestión pública, os esforzáis en crear un clima de diálogo y distensión, sin renunciar a defender los derechos fundamentales del hombre y denunciar las situaciones de injusticia y a fomentar una concepción de la política que, más que ambición por el poder y el control, sea un servicio generoso y humilde al bien común”.
Beneidtco XVI alentó a los prelados nicaragüenses a seguir por “este camino, exhortándoos al mismo tiempo a promover y acompañar tantas iniciativas de caridad y solidaridad con los más necesitados como hay en vuestras Iglesias, para que no falte ayuda a las familias en dificultad ni ese espíritu generoso de tantos laicos que, en ocasiones de forma anónima, se esfuerzan por conseguir el pan cotidiano para sus hermanos más pobres”.
El Santo Padre pidió nunca olvidar “que la semilla del Evangelio ha de plantarse cada vez, en cada época, en cada generación, para que germine vigorosa y su flor no se marchite. También la religiosidad popular, tan arraigada en vuestras gentes y que es una gran riqueza para vuestro pueblo, ha de ser algo más que una simple tradición recibida pasivamente, revitalizándola continuamente mediante una acción pastoral que haga brillar la hondura de los gestos y los signos, indicando el misterio insondable de salvación y esperanza al que apuntan, y del que Dios nos ha hecho partícipes, iluminando la mente, colmando el corazón y comprometiendo la vida”.
Asimismo, mencionó la labor de las “instituciones educativas, en particular las escuelas católicas a las que acude la mayor parte del alumnado nicaragüense, cumpliendo así, en medio de grandes dificultades y falta de la debida ayuda, una misión esencial de la Iglesia y un inestimable servicio a la sociedad”.
“Es encomiable el servicio de los educadores que, a veces con grandes sacrificios, se dedican a una formación integral que abra las puertas de un futuro prometedor a los jóvenes. Un país que busca el desarrollo y una Iglesia que quiere ser más dinámica, deben concentrar sus esfuerzos en ellos, sin ocultarles la grandeza que tiene para el ser humano la dimensión trascendente y religiosa. Os exhorto, pues, a que animéis a los educadores y os esforcéis en preservar los derechos que tienen los padres de formar a sus hijos según sus propias convicciones y creencias”, recordó.
Al final de su discurso, el Papa reiteró su agradecimiento y aprecio a los obispos, envió un saludo al “Cardenal Miguel Obando Bravo, a los obispos eméritos, a los sacerdotes y seminaristas, a las numerosas comunidades religiosas y, de modo especial, a las Hermanas contemplativas de vuestro País, a los Catequistas y a cuantos os ayudan a difundir continuamente el Evangelio en Nicaragua. A la vez que encomiendo vuestra tarea a la Virgen María, Nuestra Señora de la Purísima Concepción, os imparto de corazón la Bendición Apostólica”.