El Papa Benedicto XVI dirigió la Audiencia General de este miércoles en el Aula Pablo VI del Vaticano. Ante los miles de peregrinos presentes retomó las catequesis sobre San Pablo, interrumpidas durante sus vacaciones, y alentó a que la pasión del Apóstol de Gentes por el Evangelio sea modelo para todos para anunciar a Cristo al mundo de hoy.
"Quisiera hoy detenerme en algunos puntos de la biografía de San Pablo. El Apóstol nació en Tarso de Cilicia. Hebreo de la diáspora, hablaba griego, no obstante tuviera un nombre de origen latino y gozara de la ciudadanía romana. Tal vez aprendió de su padre a tejer la lana para fabricar tiendas de campaña. Trasladado a Jerusalén con unos doce años, fue formado por el Rabino Gamaliel el Viejo en las rígidas normas del fariseísmo, mostrando un gran celo por la Ley Mosaica, lo que le llevó a perseguir a los cristianos", dijo Benedicto XVI.
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Al hablar luego de su vida ya como cristiano, el Santo Padre destacó que San Pablo "experimentó un gran cambio camino de Damasco, llegando a ser un apóstol infatigable del Evangelio. Realizó tres viajes misioneros: el primero con Bernabé; en el segundo escogió como compañeros a Silas y Timoteo. Durante el tercero, Pablo fue arrestado en Jerusalén por los judíos a causa de un malentendido".
"Tras permanecer un tiempo en prisión, habiendo apelado al César, el Procurador Porcio Festo lo envió a Roma, donde pasó dos años en una casa custodiado por un soldado. Tradiciones sucesivas hablan de que Pablo fue liberado y pudo realizar desde Roma un viaje a España y otro a Oriente. Otras tradiciones señalan que fue encarcelado una segunda vez, acabando sus días martirizado", prosiguió.
Haciendo una pausa en su paso por Atenas, en el Ágora y luego en el Areópago, el Papa resaltó que aquí predicó a los "paganos y a los griegos. El discurso en el Areópago, que aparece en los Hechos de los Apóstoles, es modelo de cómo traducir el Evangelio a la cultura griega, de cómo hacer entender a los griegos que este Dios de los cristianos, de los judíos, no era un Dios extraño a su cultura sino el Dios desconocido y esperado por ellos, la verdadera respuesta a las preguntas más profundas de su cultura".
Asimismo, Benedicto XVI recordó que el tercer viaje misionero que comenzó como "siempre en Antioquía, que se había convertido en el punto de origen de la Iglesia de los paganos, también fue el lugar en donde nació la palabra 'cristianos'. Aquí por primera vez, dice San Lucas, los seguidores de Jesús fueron llamados 'cristianos'".
"Este breve relato de los viajes de San Pablo es suficiente para comprender como él se dedicó al anuncio del Evangelio sin guardarse energías, afrontando una serie de pruebas graves, de las que ha dejado su testimonio en la Segunda Carta a los Corintios. Del resto, escribe 'todo lo hago por el Evangelio', ejercitando con absoluta generosidad lo que él llama 'preocupación por todas la Iglesias'", dijo luego el Pontífice.
Seguidamente el Papa señaló que "vemos entonces un esfuerzo que se explica solo con un alma realmente fascinada por la luz del Evangelio, enamorada de Cristo, un alma sostenida por una convicción profunda: es necesario llevar al mundo la luz de Cristo, anunciar el Evangelio a todos".
Lo que se debe tener en cuenta, continuó Benedicto XVI, es poder ver la pasión de San Pablo por "el Evangelio, intuir así la grandeza, la belleza, también la necesidad profunda del Evangelio para todos nosotros. Rogamos para que el Señor, que ha hecho ver su luz a Pablo, nos haga ver a nosotros su luz, para que nuestro corazón sea tocado por su palabra y podamos así darle al mundo de hoy, que tiene sed de ella, la luz del Evangelio y la verdad de Cristo".
Al concluir los saludos a los peregrinos, el Papa habló "finalmente y como de costumbre, a ustedes, queridos jóvenes, enfermos y recién casados, dirijo mi pensamiento: que el ejemplo de Santa Mónica, a quien recordamos hoy, y de su hijo Agustín, a quien celebraremos mañana, os ayuden a mirar con fe indómita a Cristo, luz en las dificultades, apoyo en las pruebas y guía en todo momento de la existencia humana".
Tras la conclusión de la Audiencia General, el Papa volvió a Castelgandolfo.