Tras el rezo del Ángelus dominical en Castelgandolfo, el Papa Benedicto XVI pidió a toda la humanidad rezar para que los responsables de las naciones tengan a la paz y la justicia como valores fundamentales.

“La situación internacional registra en estas semanas una creciente tensión que preocupa. Debemos constatar, con amargura, el riesgo de un progresivo deterioro de aquel clima de confianza y colaboración entre las naciones que debería caracterizar sus relaciones”, dijo el Papa.

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Más adelante el Pontífice recurrió a las acciones del Siervo de Dios Juan Pablo II sobre este tema: “¿Como no confrontar, en las presentes circunstancias, todo el esfuerzo de la humanidad por formar aquella conciencia común de ser ‘familia de las Naciones’ que el Papa Juan Pablo II puso como ideal para la Asamblea General de las Naciones Unidas?”

“Es necesario –continuó- profundizar la conciencia de estar reunidos por un mismo destino que en última instancias es un destino trascendente, para así desterrar el regreso a oposiciones nacionalistas que tantas trágicas consecuencias produjeron en otros momentos históricos”.

Ante la difícil situación el Papa hizo también un llamado a no perder las esperanzas: “Los recientes eventos han debilitado en muchos la confianza en que tales experiencias quedase definitivamente como parte del pasado. ¡Pero no hay que caer en el pesimismo! Es necesario más bien comprometerse activamente para que sea rechazada la tentación de afrontar nuevas situaciones con viejos sistemas”.

“¡La violencia debe ser repudiada! –dijo el Papa-. La fuerza moral del derecho, tratados ecuánimes y transparentes para aclarar las controversias, partiendo de aquellos ligados a la relación entre integridad territorial y autodeterminación de los pueblos, fidelidad a la palabra dada, búsqueda del bien común: he aquí algunos de los principales caminos por recorrer con tenacidad y creatividad para construir relaciones fecundas y sinceras y para asegurar a las generaciones presentes y futuras tiempos de concordia y de progreso moral y civil”.

Finalmente, el Papa hizo un llamado a que todos “transformemos estos pensamientos y deseos en oración, para que todos los miembros de la comunidad internacional y cuantos en particular están revestidos de mayor responsabilidad, quieran obrar con generosidad para restablecer las razones superiores de la paz y de la justicia. ¡Qué María, Reina de la paz, interceda por nosotros!”