El Arzobispo de Santa Fe, Mons. José María Arancedo, alertó en un reciente mensaje sobre los peligros de los juegos de azar en la sociedad; y alentó a un adecuado control de estos pues terminan siempre afectando a las personas, sobre todo con la ludopatía.
En la reflexión titulada "Santa Fe y el juego", el Prelado argentino se refirió a la reciente inauguración de un hotel y casino en esta ciudad, ante lo cual precisó que "no todo lo que es ganancia en un sentido, es útil y conveniente a nivel social como proyecto cultural para futuras generaciones. Tampoco es correcto refugiarse en un cierto progresismo de aceptar todo lo nuevo por ser nuevo, esta actitud muchas veces esconde una falta de libertad para decir no".
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Seguidamente indicó que "el límite es necesario, y adquiere toda su verdad y nobleza cuando es parte de un proyecto y de un saber hacia dónde queremos ir; insisto, el tema del juego no puede ser solo parte de una ecuación económica sino considerado dentro de un proyecto que tenga como centro al hombre concreto, con sus posibilidades y fragilidades, y en el marco de su realización".
Mons. Arancedo recordó luego que "el avance del juego en una sociedad ha debilitado históricamente tanto al hombre como a sus comunidades. Por ello la presencia del Estado es tan necesaria para que no quede ese hombre y su familia desprotegidos. Ahora bien, en la aparente imagen de un juego controlado por el Estado, se introducen una serie de prácticas que son sumamente negativas e incontrolables".
Tras resaltar que "el tema del juego como emprendimiento comercial no es un tema menor ni ingenuo", el Arzobispo de Santa Fe aseguró que el juego sin límites ni horarios "es dónde más gente concurre y, por lo mismo, más daño se hace. No se llenan las 'maquinitas' (tragamonedas) con un turismo que atraemos, sino con nuestra gente, jóvenes, jubilados y muchas veces con hombres y mujeres pobres, que se inician en un hábito que llega a convertirse en una adicción, la 'ludopatía'".
"Además, en torno a esta actividad aparece toda una serie de personas y circunstancias que la rodean y que no ayuda, ciertamente, al bien de la persona y el crecimiento social de la comunidad", advirtió
Al comentar después a quienes arguyen que "todo depende de la libertad y formación de la gente", el Arzobispo aseguró que "los que manejan estos emprendimientos conocen las pasiones y debilidades del hombre concreto, las consecuencias y el daño lo sufren inmediatamente sus mismos clientes y familias, y al final la misma sociedad".