En su reciente carta pastoral titulada "La lucha contra el SIDA y la Iglesia Católica", Mons. Demetrio Fernández, Obispo de Tarazona (España), señaló que mientras el preservativo es sólo "un tapón", la Iglesia propone una aproximación integral y más eficaz para enfrentar la pandemia del SIDA.
Con ocasión de la 17º Conferencia Internacional del SIDA que concluyó en México, Mons. Fernández recuerda que "la enfermedad ha alcanzado cifras alarmantes –más de 33 millones de contagiados–, han muerto más de 2 millones de personas en 2007 y en ese mismo año lo han contraído de nuevo 2,5 millones de personas. Nunca ha habido una peste tan desorbitada, que amenaza al mundo entero".
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Frente a la epidemia, el Prelado propone las respuestas que debe dar la Iglesia. "En primer lugar, atender a los enfermos".
"No puede decirse –recuerda– que la Iglesia Católica se desentiende del tema. Como en tantas otras enfermedades, incluso contagiosas, el amor de Cristo ha llevado a atender con riesgo de la propia vida a las personas afectadas". "También a los enfermos de SIDA los ama la Iglesia y los cuida con amor", señala.
Sin embargo, Mons. Fernández destaca que "la batalla está en la prevención del contagio".
Al respecto, el Prelado recuerda que "la postura más frecuente es la de propiciar el 'sexo seguro' mediante el uso del preservativo. La Iglesia Católica, sin embargo, propone otros caminos más positivos. Y eso le lleva a situarse contracorriente, buscando el bien integral de las personas. El preservativo es un tapón, no siempre eficaz. La propuesta debe llevar a educar en el amor verdadero".
"La sexualidad no es un juguete. La sexualidad es la expresión carnal del amor humano, que Dios ha puesto en el corazón humano"; por eso "en este campo del SIDA, como en todos los que incluyen el recto uso de la sexualidad, la Iglesia presenta la propuesta del amor verdadero, que lleva consigo una buena educación en la virtud de la castidad".
El Obispo de Tarazona subraya que "no se puede proponer a los adolescentes y jóvenes el uso sin freno de su propia sexualidad, en aras de una mayor libertad. Eso de entrada gusta a los oídos, pero por este camino, el hombre se hace esclavo de sus propios egoísmos y no aprenderá nunca a amar de verdad".
"Curiosamente, las cifras de contagio del SIDA se disparan con estas propuestas. Por este camino vamos a la ruina moral", advierte.
El Prelado recuerda que "experiencias concretas como la de Uganda, donde a través de los hospitales católicos se ha puesto en práctica esta propuesta, han reducido las cifras del SIDA del 80% al 10%. Ningún otro programa ha conseguido una reducción tan drástica".
"La solución de SIDA vendrá por atenerse al plan de Dios, que ha dotado al hombre (varón/mujer) del don de la sexualidad para expresar el amor verdadero. Aprender a amar es la verdadera educación", concluye el Obispo de Tarazona.