Este medio día miles de fieles y peregrinos se dieron cita en la Piazza del Duomo de Bressanone para rezar el Ángelus dominical con el Papa Benedicto XVI, quien introduciendo la oración mariana recordó que la verdadera renovación de todo ser humano se da plenamente en la relación con Dios.
Tras anunciar que el lunes dejará la pequeña ciudad de Bressanone para dirigirse a Castelgandolfo, el Santo Padre manifestó su “gratitud al Señor que me ha concedido este descanso, renovador tanto para el físico como para el espíritu” y agradeció también a todos aquellos que “se han hecho instrumentos laboriosos de la Providencia divina”.
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El Pontífice describió su descanso como “lo mejor que corresponde a un ministro de Dios” y citó algunas características: “dedicándome a la oración, a la lectura y a la meditación, sin la premura de las cotidianas urgencias pastorales… que ciertamente no he olvidado sino, por así decir, he filtrado mediante un sano desapego que ayuda a restablecer las justas proporciones: reconocer que el Señor es Dios y nosotros somos solamente sus humildes colaboradores por el servicio de la Iglesia y por el bien de la humanidad”.
Benedicto XVI compartió con los presentes una reflexión en torno a su experiencia en la reciente Jornada Mundial de la Juventud: “…los jóvenes fueron un signo de alegría auténtica, a veces ruidosa sin embargo siempre pacífica y positiva. Si bien eran muchísimos, nunca causaron desórdenes ni hicieron daño a nadie. Para estar alegres no tuvieron la necesidad de recurrir a modos groseros y violentos, al alcohol y estupefacientes. En ellos estaba presente la alegría de reunirse y de descubrir juntos un mundo nuevo. ¿Cómo no hacer una comparación con sus coetáneos que, en busca de falsas evasiones, consumen experiencias degradantes que desembocan no raramente en dramáticas tragedias? Este es un típico producto de la llamada ‘sociedad del bienestar’ que para llenar un vacío interior y sin sentido que lo acompaña, induce a probar experiencias nuevas, más emocionantes, más ‘extremas’”.
Seguidamente alertó ante el riesgo que corren las vacaciones de “disiparse en un vano perseguir ilusiones de placer. Pero de esta forma el espíritu no descansa, el corazón no encuentra ni alegría ni paz, sino que termina por estar más cansado y triste que antes. Me he referido a los jóvenes porque son los más sedientos de vida y de experiencias nuevas y por ello quienes corren más peligro”.
“La reflexión vale para todos: la persona humana se regenera verdaderamente y solamente en la relación con Dios, y Dios se encuentra aprendiendo a escuchar su voz en el interior y en el silencio”, concluyó el Papa.
Seguidamente rezó el Ángelus, saludó a los presentes en diversos idiomas e impartió su Bendición Apostólica.