El profesor de la Universidad CEU San Pablo y dirigente de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), Antonio Martín Puerta, advirtió que "una Iglesia sin presencia política queda forzosamente reducida a la inanidad y a la marginación social".
Puerta hizo esta precisión al analizar la figura de Ángel Herrera Oria, abogado, periodista y sacerdote español que fundó la ACdP, durante el Curso de Verano "Ángel Herrera Oria y la modernización de España" organizado por la ACdP y la Universidad CEU San Pablo y que se desarrolla en el Seminario Monte Corbán de Santander.
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Puerta analizó con otros expertos, el papel que el Padre Herrera desempeñó en la historia del país, y explicó que "no se puede tratar la historia de España del siglo XX sin Ángel Herrera Oria ni la Asociación Católica de Propagandistas".
Por su parte, el investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y miembro del Instituto de Historia, José Andrés-Gallego, indicó que en la España de Ángel Herrera Oria, "como en la España de hoy", había que hacer frente a "un proyecto dirigido contra la Iglesia y la familia".
Según el experto, este proyecto tomó vigor en 1968 pero se originó en el siglo XVIII. En la época de Ángel Herrera Oria, "el frente" se dividía en tres puntos distintos, "la libertad religiosa, la educación y las congregaciones religiosas". En aquel entonces "el proyecto que se temía era el que estaba desarrollando la Institución Libre de Enseñanza, un proyecto eminentemente laicista", indicó.
Por su parte, el catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Cádiz y secretario del Centro de Cádiz de la ACdP, Manuel Bustos, destacó la defensa que Ángel Herrera Oria hacía de la participación de los laicos en la vida pública.
Señaló que "existía una reticencia a que los laicos participen en la vida pública" hasta que en las primeras décadas del siglo XX "poco a poco" fue cambiando esta idea y hubo "una serie de personas que se adelantaron a ese cambio" como Ángel Herrera Oria, quien "entendió que el laico debe estar implicado en la vida pública con fidelidad a la Iglesia pero con cierta autonomía de la jerarquía eclesiástica".
"Esta necesidad de participación se hizo todavía más fuerte con el auge de las tesis laicistas imperantes", estimó.