Argentina ha experimentado una versión diluida de todas las ideologías, y ya es hora de optar por caminos basados en la urgencia de servir a la población, dijo Mons. Carmelo Giaquinta, Arzobispo Emérito de Resistencia (Argentina).
"La Argentina ha hecho una experiencia diluida de casi todas las ideologías. Sin llegar al extremo que éstas conocieron en otras latitudes, no por ello hemos dejado de probar su amargor. El terror de Estado de la década del 70 ha emulado las mazmorras y tormentos de las SS nazi y de la policía soviética. Aun se mira a un balcón donde aparezca un líder a quien vitorear para encolumnarnos detrás de él, como hacían muchos países europeos en el 30. Mejor que ningún régimen soviético, hemos inventado varias fórmulas para confiscar en un instante los ahorros de la gente. Y podemos ofrecer recetas del más crudo capitalismo para poner en el acto a millones debajo de la línea de la pobreza", dijo el Arzobispo en una reciente homilía.
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El Prelado denunció al político que "aplasta, humilla, vocifera, acalla, atemoriza", a quien "tememos, pero no lo respetamos como autoridad" porque "es un impaciente, que puede parecer eficaz, pero pronto se estrellará, junto con quienes se le sometan servilmente".
Mons. Giaquinta explicó al respecto que "la impaciencia tiene grados. En algún caso puede llegar al paroxismo e incapacitar para ejercer la autoridad" y "de este grado de impaciencia hay un paso al ‘matonismo’". Pero como "este ‘matonismo’ primitivo no queda bien en los círculos cultos", advirtió, "se reviste muchas veces con el traje de una ‘ideología’".
El Prelado advirtió que "si las ideologías son fruto de la impaciencia, la política lo es de la paciencia". Y subrayó que "la vocación política particular es tal vez la más noble de todas las vocaciones temporales. Pues, al procurar el bien común, facilita el cumplimiento de las demás vocaciones: a la vida, al trabajo, a la ciencia, al arte. Facilita, incluso, la vocación religiosa".
Sin embargo, lamentó que "después del retorno de la democracia, el Congreso, que abolió las leyes de obediencia debida, atribuya poderes desmedidos al Poder Ejecutivo".
"Fácilmente caemos en el mesianismo", dijo el Prelado, "apenas se elige un nuevo presidente, se habla del ‘modelo de país’ que éste propone, en vez de hablar del modelo de país que se elabora permanentemente en el parlamento".
Por último hizo mención al bicentenario y manifestó que "a los ciudadanos nos toca decidir si en 2016 celebraremos el Bicentenario de una República de veras representativa y federal. O si nos contentaremos con una formalidad verbal".
"Los ciudadanos cristianos también tenemos que decir una palabra, cada uno según su conciencia, iluminada por la fe", concluyó.