El Obispo de San Bernardo (Chile), Mons. Juan Ignacio González Errázuriz, presentó algunas recomendaciones para la digna celebración de la liturgia, "pese a la claridad e insistencia con que la Iglesia nos llama" a celebrarla, en algunas partes "aun se comenten abusos gravísimos".
"Lo que la Iglesia espera, especialmente de nosotros, Ministros del Señor, es que nuestras celebraciones litúrgicas sean ante todo obra de Dios Padre", recuerda el Prelado en una reciente carta pastoral.
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Ante esta situación, Mons. González, presentó "algunos aspectos que he observado y que pueden ser mejorados con pequeños esfuerzos por parte de cada uno" para hacer que la liturgia sea verdaderamente prenda de lo celestial y "fuente primaria y necesaria en la que los fieles deben beber el espíritu verdaderamente cristiano para así perfeccionarse".
En primer lugar, señala que es "necesario que en las concelebraciones usemos siempre la casulla, o dalmática para el caso de lo diáconos, llevando la propia si resulta necesario", pues "concelebrar solo con alba y estola es una excepción contemplada para casos de escasez de medios que afortunadamente no se dan en nuestra diócesis".
En cuanto a "los Ritos iniciales y finales de la celebración litúrgica se deben hacer desde la Sede" y si no existe la posibilidad de tener un acólito "debe hacerse desde el atril portátil o fijo", sugiere el Obispo de San Bernardo.
Tras asegurar que "en algunas ocasiones se ve a sacerdotes que durante el tiempo que se está sentado cruzan las piernas hacia adelante" y en otras "ocasiones es posible observar pequeñas conversaciones entre los concelebrantes", subraya que son posturas "que no se condice con el momento y lugar en que se está".
"En cuanto a la postura de las manos mientras se está de pie, es conveniente seguir la antigua y venerada tradición de mantenerlas juntas delante del pecho, no cruzando los brazos. Lo mismo cuando se esta sentado, las manos deben estar sobre las rodillas", precisa.
En otra parte de la carta, Mons. González destaca que en cuanto a los cantos de la Misa, en muchas ocasiones se observa que "las partes del Ordinario de la Misa como el Señor ten piedad, el Gloria, y el Cordero de Dios se sustituye por letras que no siguen las que están señaladas. Hay que buscar entre las múltiples posibilidades las que respeten esos textos", indica.
Además es necesario "revisar los cantos que usan nuestros coros parroquiales", para que sean adecuados dando "el primer lugar, en igualdad de circunstancias, al canto gregoriano", y teniendo en cuenta que "los demás géneros de música sacra, y en particular la polifonía, de ninguna manera han de excluirse, con tal que respondan al espíritu de la acción litúrgica y fomenten la participación de todos los fieles", agrega.
Tras considerar el silencio como "elemento esencial de la celebración litúrgica", el Prelado afirma que "como parte de la celebración, debe guardarse a su tiempo un silencio sagrado". En "el acto penitencial y después de la invitación a orar, todos se recogen interiormente", lo mismo que después de la lectura, la homilía, o la Comunión.
"Intentemos hacer un tiempo breve de silencio recogido después de la comunión, sin que se cante nada, de manera que ese espacio permita la oración personal", señala. "Asimismo –continúa– es bueno que inmediatamente después de la Santa Misa, el sacerdote pueda recogerse unos minutos en el mismo templo, de manera que el mismo continúe su acción de gracias y enseñe al pueblo cristiano a hacerlo".
"Son todos estos pequeños detalles y otros que cada uno descubrirá y que pueden parecen insignificantes los que expresan nuestro deseo de querer penetrar en el misterio central de la fe, la Pascua del Señor, que como sacrificio y banquete, se renueva en nuestros altares diariamente", y los que además "harán comprender al pueblo cristiano los profundos significados de los misterios de nuestra santa fe católica", concluye.