El Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, Cardenal Jean-Louis Tauran, señaló que al ser los creyentes un don para la sociedad, se hace imperativa la libertad religiosa y por lo tanto también es necesario que estas personas tengan la oportunidad de participar en el espacio público.
Tras transmitir la cercanía del Papa Benedicto XVI a los participantes del encuentro interreligioso mayoritariamente musulmán que se celebró hasta este viernes en Madrid, el Purpurado recordó que el Pontífice considera que el "diálogo debe estar basado en el amor y la verdad entre los creyentes pues el mejor modo para contribuir a la armonía, la paz y la felicidad de los pueblos de la tierra".
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A continuación, según informa L'Osservatore Romano, el Cardenal Tauran explicó sus convicciones personales e indicó que "en cuanto creyentes, somos un don para la sociedad. Esta realidad hace que sea imperativa la libertad religiosa allí donde es importante tener un lugar de culto, que lo mínimo que se puede pretender. La libertad religiosa debe también incluir la posibilidad para los creyentes de tomar parte activa del diálogo público mediante responsabilidades sociales, políticas y culturales en los que deben fungir de modelos".
"Entonces, mirando al futuro, pienso que se deben urgentemente alcanzar tres objetivos: promover el conocimiento recíproco, alentar el estudio de las religiones de manera objetiva y formar a las personas para el diálogo interreligioso".
Tras precisa que "no pretendo decir que todas las religiones son más o menos iguales", el Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso dijo que intenta "decir que todos que están cerca de Dios tiene dignidad similar. Benedicto XVI siempre ha advertido sobre un diálogo interreligioso que puede caer en el sincretismo. Sabemos todos que el diálogo interreligioso no se puede basar en la ambigüedad".
Seguidamente el Cardenal enumeró las distintas convicciones comunes de las religiones como por ejemplo "que Dios es autor de la vida, la responsabilidad de preservar lo creado y los recursos de la tierra, el carácter sagrado de la persona humana, su dignidad y los derechos fundamentales que de ella derivan, la preocupación común de ofrecer a los jóvenes principios éticos y religiosos: la fuerza del amor que cada creyente tiene, la centralidad de la ley natural".
"Como creyentes, judíos, cristianos y musulmanes sabemos que, habiendo recibido de Dios un corazón y una inteligencia, podemos cambiar, con su ayuda, el curso de la historia".
El encuentro mayoritariamente musulmán que culminó en Madrid este viernes, fue convocado y patrocinado por el Rey Abdalá de Arabia Saudita, quien actuó en representación de la Liga Musulmana mundial.