El Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, Cardenal Stanislaw Rylko, indicó que las "JMJs son un don para toda la Iglesia, en todos sus componentes, porque toda la Iglesia redescubre su rostro joven, para usar una expresión de Juan Pablo II", en entrevista concedida al diario oficioso Vaticano, L'Osservatore Romano (LOR).
En el diálogo, el Purpurado dijo también que "donde hay una crisis de fe hay también necesidad de testimonios jóvenes, llenos de entusiasmo y alegría. Como está sucediendo aquí en Sydney, en donde la gente común, al principio escéptica e indigente, comienza a ver a esta multitud de jóvenes en fiesta que han invadido con su alegría, y se deja contagiar por ella".
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Seguidamente, el Cardenal comentó que "en una situación de cristianismo cansado, como sucede en los países occidentales, los jóvenes pueden ser la primavera de la Iglesia, en el sentido que sn portadores de una frescura que no envejece, que no está fosilizada. A loa jóvenes de hoy se les pide el coraje de la misionariedad".
"No por gusto se ha elegido para este evento el tema del Espíritu Santo, que apunta a hacer comprender la importancia del sacramento de la confirmación, a través del cual se obtiene la fuerza para testimoniar nuestra fe en una sociedad que parece interesada en otros modelos. Nuestra esperanza es que los jóvenes puedan conocer mejor al Espíritu Santo, entren en relación con Él y se deje guiar por Él para sus opciones fundamentales".
Tras comentar que según las autoridades australianas esta JMJ Sydney 2008 es el evento más grande alguna vez desarrollado en Australia, el Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos explicó que en su dicasterio se creó un fondo para que jóvenes de países ricos pudiera donar 10 euros y así ayudar a muchachos de Asia y África a que asistieran a este gran evento eclesial mundial.
Para el Cardenal Rylko, uno de los aspectos que salen a relucir en las JMJs es el vocacional. "Muchos jóvenes, después de haber participado en las Jornadas, han hecho opciones importantes: consagración religiosa, vida sacerdotal, mayor compromiso en los movimientos. También han surgido interesantes vocaciones para la familia".
"Las grandes asambleas mundiales permiten a los jóvenes no sentirse solos y esto infunde valor. También aquí en Sydney los participantes pueden recoger frutos en abundancia en la medida en la que abran sus corazones a los dones de la gracia que emanan del Espíritu Santo", finalizó.