El Papa Benedicto XVI se despidió de la residencia Kenthurst, donde tuvo unos días de descanso previos a la Jornada Mundial de la Juventud, con un encuentro con el personal que veló por su seguridad.
En uno de los momentos más emotivos, bendijo a un ex policía gravemente enfermo, que llegó en una camilla. El oficial retirado –que laboró por 25 años en la policía– le obsequió su gorra en agradecimiento, y el Santo Padre no dudó en ponérsela por unos instantes.
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Esta tarde, el Papa Benedicto XVI se dirigió a Sydney donde en pocas horas iniciará las actividades centrales de la JMJ número 23, incluyendo la gran Vigilia juvenil y la Misa de clausura.