Ante miles de peregrinos reunidos en la plaza central de Castel Gandolfo para rezar el Ángelus Dominical, el Papa Benedicto XVI recordó la importancia de la acción del Espíritu Santo en la vida del cristiano y pidió que éste inunde los corazones de amor de Dios y amor por los hermanos durante la próxima Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Sydney, Australia, del 15 al 20 de julio.
“El Espíritu Santo, esperado y acogido en la oración, infunden en los creyentes la capacidad de ser testimonio de Jesús y de su Evangelio”, dijo el Santo Padre refiriéndose al aspecto central de la próxima Jornada Mundial de la Juventud en Sydney, Australia.
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Tras agradecer a “las autoridades y a la comunidad civil y eclesial de Castel Gandolfo”, el Papa recordó su próxima cita en Australia, donde “tendrá lugar la XXIII Jornada Mundial de la Juventud”.
“Durante los pasados meses la 'Cruz de los jóvenes' ha atravesado toda Oceanía, y en Sydney será una vez más testigo silenciosa del pacto de alianza entre el Señor Jesús y las nuevas generaciones”, agregó.
Seguidamente repasó las principales actividades que se realizarán con ocasión de la JMJ y destacó que “la Conferencia Episcopal Australiana ha predispuesto con mucho cuidado cada detalle, y ha sido válidamente apoyada por las autoridades civiles”.
“Los primeros grupos de jóvenes –prosiguió- ya están partiendo desde los otros continentes. Invito a toda la Iglesia a sentirse partícipe de esta nueva etapa del gran peregrinar juvenil por el mundo, iniciado en 1985 por el Siervo de Dios Juan Pablo II”.
“La próxima JMJ se preanuncia como un renovado Pentecostés: en efecto, desde hace ya un año las comunidades cristianas se preparan siguiendo las pistas que indiqué en el Mensaje que lleva por tema 'Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre vosotros y seréis mis testigos'. Es la promesa de Jesús a sus discípulos tras la resurrección, y que sigue siendo por siempre válida y actual en la Iglesia: el Espíritu Santo, esperado y acogido en oración, infunde en los creyentes la capacidad de ser testimonio de Jesús y de su Evangelio”, dijo el Pontífice.
También manifestó la esperanza de que “de cada rincón de la tierra los católicos se unirán a mí y a los jóvenes reunidos, como en un Cenáculo, en Sydney invocando intensamente el Espíritu Santo, para que inunde los corazones de luz interior, de amor por Dios y por los hermanos de valiente iniciativa en el introducir el eterno mensaje de Jesús en la variedad de idiomas y culturas”.
“A la materna protección de María encomiendo este viaje a Australia y el encuentro de los jóvenes en Sydney”, concluyó el Papa.
Seguidamente rezó el Ángelus e impartió su Bendición Apostólica.