La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) publicó una declaración en la que defiende el derecho a la vida de los bebés de más de 22 semanas de gestación y que estén sanos, respaldando el aborto durante las etapas previas del embarazo y de aquellos fetos que presenten discapacidades.
"Vemos muy pocas justificaciones, si alguna, para interrumpir gestaciones más allá de las 24 semanas (22 de gestación), hay que ser estrictos en el control y ceñirse estrictamente a la ley y sus supuestos", señaló en conferencia de prensa el presidente de la SEGO, José Manuel Bajo.
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En su declaración, la SEGO ha definido el aborto como "la expulsión o extracción de su madre de un embrión o de un feto de menos de 500 gramos de peso, que se alcanza aproximadamente a las 22 semanas completas de embarazo".
"Cualquiera que haya visto una ecografía, que vea cómo se mueve un niño por encima de las 24 semanas... el sólo hecho de interrumpir ahí una gestación con una túrmix, con un destructor hasta hacerlo papilla literalmente para expulsarlo entra dentro de lo que nosotros no podemos apoyar", indicó Bajo.
Para el médico, después de este tiempo, no se puede hablar de aborto sino "destrucción o eliminación de un feto maduro o viable".
Bajo rechazó considerar el aborto como método anticonceptivo y admitió que existen "muy pocos supuestos y razones" para "interrumpir el embarazo" por grave riesgo para la salud física de la madre después de las 24 semanas. "Cuando los haya, lo oportuno desde el punto de vista médico es la interrupción de la gestación ¿por qué hay que destruir el niño dentro? Indúzcase el parto e inténtese salvarlo", indicó.
Sin embargo, para Bajo en el caso de malformaciones fetales no detectadas antes de la semana 22 de gestación, como una hidrocefalia o una cardiopatía grave, "la solución sería provocar el parto y el niño moriría".
Oportunidad perdida
El director de la Fundación Vida, Manuel Cruz, lamentó que la SEGO "haya desaprovechado la oportunidad de defender los valores de su profesión, al limitarse a defender la vida de los fetos de más de 22 semanas y sanos, condenando a los que no alcanzarán esa fecha sean viables o no, sobre todo si tienen alguna discapacidad".
"El ginecólogo, como médico, tiene que defender la vida desde el momento en que ésta existe, sin entrar en valoraciones de cuándo es o no viable el feto independiente de la madre. Además, en su función de médico muy cercano de la mujer, no deberían olvidarse de ésta, a la vista de los graves efecto físicos y psicológicos derivados de la interrupción voluntaria del embarazo, y que han sido denunciados con evidencias científicas por instituciones como el Royal College of Psychiatrists británico", recordó el directivo.
Asimismo, recordó que existen evidencias científicas de que "un niño de 19 semanas está tan vivo como el de las 22, y posee las mismas posibilidades de sobrevivir si se le da la oportunidad, por lo que no es un argumento sostenible desde el punto de vista ético".
Cruz también consideró "monstruoso que se quieran mejorar las técnicas de diagnóstico prenatal para que no se supere ese límite que ellos mismos marcan para que se pueda decidir quién tiene derecho a vivir".
"Si los mismos médicos insisten en presentar las discapacidades como cargas insuperables a los padres, ningún niño que no sea perfecto tendrá sitio en este mundo, y esto provocará el genocidio de los niños con cualquier síndrome, en especial el de Down", lamentó el director.