El Papa Benedicto XVI dijo que el papel de las comunidades latinas y orientales de Tierra Santa "es vital para toda la Iglesia. Comparto sus pruebas y sus esperanzas y espero fervientemente visitarlas personalmente, al igual que rezo para que algunos signos de paz, que recibo con inmensa confianza, se concreten con prontitud".
Así lo expresó al recordar el reciente viaje del Cardenal Leonardo Sandri, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, y de algunos colaboradores de la Curia a las comunidades latinas y orientales de Tierra Santa, en el encuentro que sostuvo esta mañana con los participantes de la Reunión de las Obras para la Ayuda a las Iglesias Orientales (ROACO) a quienes recordó que "la vida ordinaria y la misión peculiar" de esas Iglesias, "sobre todo en ámbito ecuménico e interreligioso, debe ser sostenido por toda la Iglesia Católica".
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Benedicto XVI destacó el interés de la ROACO por las comunidades religiosas en Armenia y Georgia, "que estuvieron entre las primeras en recibir la luz de Cristo" y afirmó que "viviendo humilde y fraternalmente con otras Iglesias cristianas y sirviendo generosamente a los pobres, esas comunidades católicas, aunque sean pequeñas, pueden expresar de forma muy práctica la comunión de amor que es propia de la Iglesia Católica Universal".
El Pontífice también dijo que constantemente piensa en la difícil situación de los cristianos en Irak y recordó la figura del Arzobispo de Mosul de los caldeos, Mons. Paulos Faraj Rahho, fallecido en trágicas circunstancias tras su secuestro el 29 de febrero de este año.
Refiriéndose luego al Líbano, el Papa manifestó su "gratitud y alivio" porque ese país parece "haber encontrado el camino del diálogo y la comprensión" y renovó sus votos para que " responda con decisión a su vocación de ser, para Oriente Medio y para todo el mundo, una señal de la posibilidad efectiva de una coexistencia pacífica y constructiva entre los seres humanos".
Recordando al Padre Jacques Ghazir Haddad, que será beatificado el próximo domingo en Beirut, Benedicto XVI pidió que su testimonio "llegue al corazón de los jóvenes libaneses para que aprendan la dulzura de una vida evangélica al servicio de los pobres y los más débiles y sean testigos fieles de la fe católica en el mundo árabe".
"Lanzo un llamamiento a los responsables de las naciones para que se ofrezca a Oriente Medio y en especial a Tierra Santa, a Líbano e Irak, la paz tan deseada y la estabilidad social en respeto de los derechos fundamentales de la persona, incluida una libertad religiosa concreta", dijo luego el Santo Padre.
Finalmente recordó que "la paz es, por otra parte, el único camino para hacer también frente al grave problema de los prófugos y refugiados y para frenar la emigración, sobre todo cristiana, que es una herida grave para las Iglesias Orientales. Confío estos deseos al beato Juan XXIII, amigo sincero de Oriente y Papa de la 'Pacem in Terris' (Paz en la Tierra)".