La agencia AVAN informó que la Santa Sede ha concedido la "prórroga de competencia" y el "nihil obstat", para el proceso de beatificación de 250 mártires valencianos que perdieron la vida por su fe durante la persecución religiosa, entre 1934 y 1939, en diferentes localidades de la Arquidiócesis de Valencia. La numerosa lista incluye a una madre embarazada de nueve meses y un monaguillo de 15 años de edad.
Ramón Fita, delegado de la comisión diocesana para la Causa de los Santos del Arzobispado de Valencia, informó a AVAN que "se trata del grupo más numeroso de mártires valencianos al que se le abre el proceso de canonización, y del segundo en orden cronológico, después del integrado por 226 cristianos valencianos que fueron ya beatificadas por el Papa Juan Pablo el 11 de marzo de 2001, en la plaza de San Pedro, en el Vaticano".
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La nueva causa, que abierta en junio 2004 por el Arzobispo de Valencia, Cardenal Agustín García-Gasco, se incluyen 183 sacerdotes, 6 religiosos, 4 religiosas y 57 laicos.
El decreto de aprobación del nuevo proceso de beatificación de los 250 mártires valencianos ha sido firmado por el Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, Cardenal José Saraiva Martins, y por el Secretario de la Congregación, Mons. Michael Di Ruberto.
Según Fita, con este decreto la Santa Sede da "luz verde" después de un año de estudios, a los 250 procesos de beatificación.
Los mártires
La causa es encabezada por quien fuera vicario general de la arquidiócesis y deán de la Catedral de Valencia, Miguel Payá Alonso de Medina, al que se suman 249 compañeros mártires.
El monaguillo valenciano Antonio Ferrer Rodrigo es el mártir más joven de este nuevo grupo. Antonio fue torturado y fusilado por recriminar la actitud de unos milicianos que estaban saqueando la iglesia de su pueblo, en la que ayudaba al párroco.
El joven había logrado esconder en su casa algunos objetos de culto para salvarlos de la profanación, entre otros, un cáliz y una cruz procesional, pero al ver cómo los asaltantes encendían una hoguera y arrojaban a ella una imagen del Sagrado Corazón, "no pudo contenerse y comenzó a recriminar a los milicianos", declaró Fita. Horas después fue detenido, junto con su padre, que no quiso abandonarlo, y ambos fueron fusilados el 2 de diciembre de 1936.
Otro de los mártires es el joven soltero Alberto Meléndez Boscá, martirizado a los 26 años de edad. Engañó a sus captores atribuyéndose la identidad de su hermano, que era a quien buscaban, para evitar que éste fuera fusilado porque estaba casado y tenía dos hijos.
Una de las historias más dramáticas de este grupo de mártires es la de Hortensia Serra Poveda, asesinada a los 29 años de edad, cuando estaba embarazada de nueve meses del que iba a ser su primer hijo y pidió que la mataran después de dar a luz para poder bautizarlo, solicitud que le fue denegada.
De los 179 sacerdotes incluidos en la causa, 12 eran mayores de 70 años cuando fueron asesinados, mientras que el más joven, José Vicente Chulilla, tenía sólo 25. Todos fueron martirizados en 1936 a excepción de Juan Puertes Ramón, que fue asesinado en 1934, cuando era vicario general de la diócesis de Oviedo en octubre de 1934.
Entre los 57 laicos mártires, la de mayor edad era una anciana de 80, Julia Mateu Ferrer. Entre el grupo de laicos mártires hay también ocho amas de casa valencianas.