El Papa Benedicto XVI recordó esta mañana a los prelados de la Conferencia Episcopal de Bangladesh que se encuentran en su visita ad limina, que "la integridad personal y la santidad de vida son ingredientes esenciales del testimonio de los obispos".
"Los obispos están llamados a ser pacientes, dóciles y amables en el espíritu de las Bienaventuranzas. De ese modo pueden hacer que los demás vean las realidades humanas a la luz del Reino de los Cielos. Buena parte de vuestras gentes sufren a causa de la pobreza, del aislamiento o la discriminación y esperan de vosotros una guía espiritual que les lleve a reconocer en la fe y a experimentar con antelación que para Dios son bienaventurados", expuso el Santo Padre.
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Seguidamente explicó que "para la transmisión eficaz de la fe" es necesaria la actividad de los catequistas, ya que "juegan un papel central a la hora de preparar a las personas a recibir los sacramentos" para que más tarde "los hombres y mujeres que se preparan al sacramento del matrimonio lo reconozcan como una alianza para toda la vida de amor fiel y como un camino de santidad".
Asimismo, el Pontífice destacó que es "necesario que los cristianos reafirmen la alegría de la entrega completa de sí mismos en respuesta a la llamada radical del Evangelio" y elogió "las numerosas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada" en Bangladesh.
"La Iglesia es católica, una comunidad que abraza a personas de todas las razas y lenguas y que no se limita a una cultura, o a un particular sistema social, económico o político. Esta característica le proporciona una habilidad natural para fomentar la unidad y la paz".
Tras alentar a los obispos a amar a su país para dar testimonio de Cristo en medio de las personas, el Papa se refirió al diálogo interreligioso, "ingrediente esencial de la misión 'ad gentes' de la Iglesia" y dijo que cuando está basado "en la verdad y el respeto mutuos no puede dejar de ejercer una influencia positiva en el clima social del país. La delicadeza de esta tarea requiere una sólida preparación del clero y los laicos, ante todo mediante un conocimiento más profundo de su propia fe y después ayudándoles a crecer en su comprensión del Islam, del Hinduismo, del Budismo y de las otras religiones presentes en vuestra región".
Finalmente, el Santo Padre se refirió al Año Paulino, que "será para toda la Iglesia una invitación renovada a anunciar con valor incansable la Buena Nueva de Jesucristo. Conozco muy bien las dificultades de la misión que se os ha confiado. Como los primeros cristianos, vivís como una pequeña comunidad en medio de una vasta población no cristiana. Vuestra presencia es un signo de que la predicación del Evangelio, que comenzó en Jerusalén y Judea, sigue difundiéndose hasta los confines de la tierra de acuerdo con el destino universal que el Señor quiso darle".