En su habitual carta semanal, el Arzobispo de Valencia, Cardenal Agustín García-Gasco, señaló que frente a los particularismos, que no son más que egoísmos, "es necesario invocar la luz que procede del reconocimiento universal de la dignidad humana. Éste es un modo irrenunciable de anunciar el Evangelio hoy, que no deja indiferente a nadie con verdadera sensibilidad humana".
En el texto titulado "El bien de toda la familia humana", tras recordar como el Papa Benedicto XVI recordó en su reciente discurso a la ONU en Nueva York la necesidad de defender los derechos humanos como intrínsecos a la ley natural, el Purpurado afirmó que "el particularismo que ignora el bien común no es sino una forma de egoísmo colectivo que menoscaba los derechos universales del resto de los seres del planeta. Las graves necesidades de alimentos, de agua, de tecnología, la preservación del medio ambiente y la defensa de los derechos humanos requieren soluciones globales coherentes".
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Por eso, destacó, "frente a los riesgos de los particularismos políticos, culturales, económicos y científicos, e incluso tecnológicos, es necesario invocar la luz que procede del reconocimiento universal de la dignidad humana. Éste es un modo irrenunciable de anunciar el Evangelio hoy, que no deja indiferente a nadie con verdadera sensibilidad humana. La Doctrina Social de la Iglesia nos muestra los caminos que pueden ayudar a construir una sociedad mejor en el siglo XXI".
Luego de resaltar que la ONU debe estar tener siempre en cuenta el principio de subsidiariedad, el Cardenal precisó que "sólo así el orden superior responderá a las demandas de la familia humana, mediante reglas internacionales vinculantes y estructuras capaces de armonizar el desarrollo cotidiano de los pueblos".
"Recordar estos principios resulta muy necesario. Las decisiones de unos pocos colisionan con la realidad de que los problemas del mundo exigen intervenciones conjuntas por parte de la comunidad internacional", añadió.
Tras mencionar los desafíos que afronta la familia humana como la crisis de alimentos y el cambio climático, el Cardenal García-Gasco explicó que "cuando la reflexión humana se deja iluminar por la luz del verdadero bien humano, se comprueba que las reglas y las estructuras ordenadas a promover el bien común no limitan la libertad. Por el contrario, la libertad se potencia cuando se prohíben comportamientos y actos que van contra el bien común y obstaculizan su realización efectiva".