Al concluir la Misa de sufragio en honor del Cardenal Bernardin Gantin, decano emérito del Colegio Cardenalicio, el Papa Benedicto XVI recordó al recordado Purpurado africano como un amable servidor de Dios.
"En esta perspectiva de fe y esperanza en la resurrección -prosiguió- recordamos al venerado Cardenal Bernardin Gantin", que "hasta el final se dedicó con amable disponibilidad al servicio de Dios y de los hermanos, fiel al lema que eligió cuando fue ordenado obispo: 'In tuo sancto servitio' (En tu santo Servicio)".
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El Santo Padre habló de la personalidad del Prefecto Emérito de la Congregación para los Obispos, en la que se unían "las características del ánimo africano con las del espíritu cristiano, y las de la cultura e identidad africanas con los valores evangélicos", subrayando que fue "el primer eclesiástico africano que desempeñó papeles de alta responsabilidad en la Curia Romana".
Benedicto XVI habló después de las experiencias compartidas con el Cardenal cuando tuvo la ocasión de "apreciar cada vez más su prudente sabiduría, como su fe sólida y su sincero apego a Cristo y a su vicario en la tierra, el Papa. Cincuenta y siete años de sacerdocio, cincuenta y uno de episcopado y treinta y uno de púrpura cardenalicia. Esta es la síntesis de una vida empleada en la Iglesia".
El Papa enumeró las etapas de la vida del también Presidente Emérito de la Pontificia Comisión para América Latina, desde su ordenación sacerdotal en 1951, a la episcopal en 1957, a los 34 años; el período como Arzobispo de Cotonou, la capital de su país, Benin, que le convirtió en el primer metropolitano de África. En 1971, llamado por Pablo VI vino a Roma como secretario adjunto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y tras asumir pocos años después la presidencia, fue nombrado en 1976 también presidente de la Pontificia Comisión Justicia y Paz. Pablo VI lo creó Cardenal en 1977 y en 1984, Juan Pablo II lo nombró Prefecto de la Congregación para los Obispos y Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.
"Este amigo y hermano nuestro al que hoy rendimos homenaje estuvo lleno del amor a Cristo, que lo hacía amable y disponible a la escucha y al diálogo con todos, lo impulsaba a mirar siempre, como solía repetir, a lo esencial de la vida que dura, sin perderse en lo contingente, que en cambio pasa; hacía que sintiera su papel en los diversos despachos de la Curia como un servicio despojado de ambiciones humanas", dijo el Pontífice.