El Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU y otras organizaciones internacionales en Ginebra; Arzobispo Silvano Tomasi; señaló en Dublín, capital de Irlanda, que en el asunto de las bombas racimo, es "prioritario la dignidad humana" y lo que mejor sirva "al interés de las víctimas".
En su discurso, Mons. Tomasi, quien encabeza la delegación de la Santa Sede en la conferencia sobre las bombas racimo de Dublin, afirmó la necesidad de recordar el concepto de la "seguridad basada en el más bajo nivel de armamento. La paz trasciende por mucho el marco de las consideraciones militares. La paz no es solamente la ausencia de guerra".
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Tras recordar, en su conferencia del 19 de mayo, los estragos sufridos por muchas personas en el mundo por el uso de las bombas racimo, el Nuncio recordó la estrecha relación que existe entre las naciones en un mundo globalizado y alentó los esfuerzos que deben hacer "los líderes políticos y militares, y las personas en sus países, como una necesaria participación en la construcción de un mundo más pacífico y seguro en donde todos disfruten de una mayor seguridad".
"En este y otros contextos, la cooperación es esencial para el éxito. Cooperación entre estados, las Naciones Unidas, organizaciones internacionales, el Comité de la Cruz Roja y las ONGs, es el secreto para el éxito común", prosiguió Mons. Tomasi; y resaltó que las víctimas de las bombas racimo "deben tener un lugar privilegiado en este plan, su rol debe ser activo desde el comienzo hasta el final".
"Es cierto, lo estados tienen el derecho de defender la paz, la seguridad y estabilidad de las personas bajo su responsabilidad. Pero esto puede lograrse de mejor forma sin recurrir a la carrera armamentista y la guerra", precisó.
Tras recordar el mensaje de Pablo VI a las Naciones Unidas en 1965, en donde el entonces Pontífice advirtió que "uno no puede amar con armas ofensivas en las manos" porque éstas hieren a las personas y "distorsionan la psicología de los pueblos", el Arzobispo resaltó que actualmente "los ojos de los pueblos, de las víctimas, de los países afectados, están concentrados en esta conferencia, y esperan de nosotros una respuesta valiente, como el Papa Benedicto recordó al mundo ayer".
"El mundo espera un acto de fe en la persona humana y sus más altas aspiraciones para vivir en paz y seguridad, un compromiso para hacer de la solidaridad la más espléndida expresión de la unidad de la familia humana y su destino común. Estoy convencido, señor presidente, que al finalizar esta conferencia todos los participantes saldrán como ganadores y satisfechos por haber hecho la elección correcta", finalizó el Nuncio ante la ONU.