Mons. Demetrio Fernández, Obispo de Tarazona (España), ha escrito en un reciente mensaje pastoral que los obispos españoles concuerdan con la necesidad de actualizar la ley de libertad religiosa; pero temen que la reforma sirva como excusa para imponer un laicismo fanático que desplace toda religión del ámbito público.
Contra lo que han señalado algunos líderes socialistas al anunciar la reforma de la ley de libertad religiosa para un inmediato futuro, Mons. Fernández señala que "no nos preocupa que otras religiones con implantación en España adquieran el reconocimiento de todos sus derechos civiles", porque "antes que el gobierno español lo anuncie, lo ha proclamado hace más de 40 años a todos los vientos el Concilio Vaticano II, y esperamos que todos los ciudadanos en todos los países de la tierra adquieran estos derechos".
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"Hay muchos lugares –señala– donde todavía los cristianos son perseguidos, en aras de un ateísmo feroz y desfasado o en aras de un fundamentalismo que no admite más religión que la suya".
Para los católicos, recuerda el Prelado, "toda persona tiene derecho a vivir según su religión, a educar a sus hijos en tales convicciones y a expresar esa fe públicamente". Por ello, agrega el Obispo, "al Estado le corresponde la sana laicidad, esto es, la autonomía para legislar para todos de acuerdo con el bien común. El Estado es aconfesional para apoyar a todas las religiones no para ir en contra de ninguna".
Mons. Demetrio señala, al respecto, los aspectos que sí preocupan a los obispos españoles: "nos preocupa que esta nueva ley recoja posturas expresadas en recientes ocasiones, en las que se quiere eliminar del ámbito público cualquier manifestación religiosa. Hay un laicismo, de cuño europeo, que ataca lo religioso y quiere eliminar a Dios del ámbito público, sea como sea. Y existe una sana laicidad, de estilo más norteamericano, ‘donde la dimensión religiosa, en la diversidad de sus expresiones, no sólo es tolerada, sino valorada como ‘alma’ de la nación y garantía fundamental de los derechos y de los deberes del ser humano'" (Benedicto XVI, 30 abril 2008).
"Si la reforma de la ley de libertad religiosa va por el camino de esta sana laicidad, no hay nada que temer", dice el Obispo.
"Pero si la reforma se orientara por los caminos del laicismo radical, el que mira a lo religioso como sospechoso o como algo nocivo para la sociedad, tememos que la mayoría parlamentaria sirva para atropellar derechos fundamentales que nuestra Constitución reconoce, y se produzca una regresión en el campo de las libertades", concluye el Prelado.